
El otro señor de la represión ilegal, a cargo de la Zona 2, que incluía Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Misiones, Chaco y Formosa, con más de cinco millones de habitantes, era el general Leopoldo Fortunato Galtieri, que reemplazó a Genaro Díaz Bessone.
Solo en la provincia de Santa Fe había más de veinte centros clandestinos. Por ellos pasaron alrededor de ocho mil secuestrados. Galtieri había conformado una red en las afueras de Rosario: “La Intermedia”, “La Escuela Magnasco” y “La Quinta de Funes”.
Fue justamente en La Quinta de Funes donde Galtieri instaló su centro de detención para la infiltración y el espionaje. Lo recorría constantemente con arengas y amenazas. Allí tenía secuestrada a la cúpula de la regional Rosario de Montoneros. Con ellos, Galtieri buscó “colaboración”; imitaba la metodología de Massera en la ESMA.
Su primera matanza ocurrió cinco días después de asumir el mando del II Cuerpo de Ejército. Siete militantes de la Juventud Peronista y de Montoneros que tenía secuestrados en el Servicio de Informaciones de la Jefatura de Policía (SI), en Rosario, fueron acribillados en un camino rural de la localidad cordobesa de Los Surgentes, apilados, con los ojos vendados y signos de tortura, y luego enterrados en una fosa común del cementerio de San Vicente. Habían sido secuestrados en distintos procedimientos durante ese mismo mes.
El comandante de Gendarmería, e interventor de la policía rosarina, Agustín Feced se ocupó de ordenar el traslado y las muertes. Galtieri había fundado su decisión de fusilar a los detenidos debido a que un secuestrado, capturado en uno de los procedimientos, se había fugado del Servicio de Informaciones. Ordenó fusilar al resto.
Durante la gestión de Feced, en el centro clandestino del SI estuvieron detenidas alrededor de dos mil personas. Mientras tanto, el capellán de la policía, padre Eugenio Zitelli, intentaba calmar a los familiares de los secuestrados. Les decía que pronto volverían al hogar, aun sabiendo que ya habían sido fusilados. Fue acusado por detenidos de presenciar torturas.
Una vez, Galtieri se propuso el objetivo de eliminar a la conducción de Montoneros exiliada en México. Preparó el plan con un detenido, Tulio Valenzuela, “Tucho”, jefe político y militar de la columna Rosario de Montoneros, secuestrado el 2 de enero de 1978 en Mar del Plata. Valenzuela simuló colaborar con los militares para golpear a la Conducción cuando se reuniera con ellos en México.
Dos semanas después, Valenzuela viajaría a ese país con otro montonero detenido y tres oficiales de inteligencia para ejecutar la “Operación México”, que concluiría en un fracaso.
Fragmento del libro “Los 70, una historia violenta”, de Marcelo Larraquy.
