Dos días después de los comicios, un comando de FAR y Montoneros asesinó a balazos al jefe de la CGT, José Ignacio Rucci. Fue, en primera instancia, la respuesta brutal por el papel preponderante que había tenido Rucci en la caída de Cámpora; asimismo lo acusaban de haber tenido un protagonismo especial en los incidentes de Ezeiza, aunque él viajaba en el avión que traía a Perón. El asesinato de Rucci fue una clara advertencia de la guerrilla a Perón, y de paso a toda la sociedad. El resultado electoral no modificaba el interés expreso de Firmenich y sus socios en continuar por el camino de la violencia para instalar la patria socialista. El camino de Montoneros no tenía vinculación con la democracia representativa ni tampoco con las decisiones populares volcadas en las urnas. Rucci, uno de los blancos favoritos de la guerrilla, había sido advertido en los cánticos montoneros en la cancha de Atlanta: “Rucci traidor a vos te va a pasar lo mismo que a Vandor”.
Al mismo tiempo que los jefes montoneros dialogaban con Perón, planificaban la muerte de Rucci, confirmando aquello que había sostenido Firmenich el 8 de septiembre: que no abandonarían las armas porque eran su recurso político. En aquel momento no firmaron el asesinato, pero con el tiempo se supo fehacientemente que habían sido los responsables del crimen. A Rucci lo sucedió en el cargo Adelino Romero, segundo en la organización obrera y miembro de la Asociación Obrera Textil (AOT).
La primera respuesta de la ortodoxia peronista fue el asesinato de Enrique Grynberg, miembro del Consejo de la Juventud Peronista de la Zona Norte.
Como dijo años más tarde el ex secretario general del PJ, Juan Manuel Abal Medina, tras el asesinato de Rucci, “Perón decide que va a terminar con esos sectores”.
Perón y una dura advertencia contra los subversivos horas antes del asesinato de Rucci
En las horas previas al asesinato de Rucci, el matutino italiano Il Giornale D’Italia publicó declaraciones que Perón le formuló al corresponsal Luigi Romersa, en las que avanzó varios pasos en dirección a su definición ideológica sobre el peronismo. Las mismas fueron reproducidas en la edición vespertina de La Razón del 25 de septiembre. Perón dijo: “Mientras los demás hablan de socialismo nosotros hablamos de justicialismo. Somos decididamente antimarxistas”. Seguidamente, tras definir los métodos de la guerrilla, observó: “O los guerrilleros dejan de perturbar la vida del país o los obligaremos a hacerlo con los medios de que disponemos, los cuales, créame, no son pocos”. Perón no se olvidó de Cuba, al advertirle que “no haga el juego que hiciera en Chile, porque en Argentina podría desencadenarse una acción bastante violenta”.
Fragmento del libro “El Escarmiento”, de Juan B. Jofre

