viernes, 5 de diciembre de 2025

La historia de la bióloga Tamara Rubilar, investigadora de Conicet y oriunda de Puerto Madryn, comenzó con una experiencia personal límite: el diagnóstico de una enfermedad autoinmune extremadamente rara en su hijo menor. Lo que inicialmente fue un golpe devastador para la familia terminó transformándose en el punto de partida de un desarrollo científico inédito en la Argentina: la creación de suplementos dietarios basados en moléculas obtenidas de un erizo de mar patagónico.

Un diagnóstico incierto y la búsqueda desesperada de respuestas

Rubilar recuerda que todo comenzó cuando su hijo tenía apenas ocho meses y empezó a presentar síntomas de alta gravedad: vómitos con sangre, alergias severas, inflamación de garganta, hemorragias intestinales y broncoespasmos. Tras varios meses sin respuestas en Puerto Madryn, la familia debió viajar a la Casa Cuna en Buenos Aires, donde finalmente inmunología determinó que el niño padecía una enfermedad autoinmune sin nombre, un cuadro tan infrecuente que no tenía antecedentes clínicos claros.

La situación se agravaba por un dato clave: el niño carecía de una población suficiente de glóbulos blancos, lo que lo dejaba sin defensas y expuesto a que su propio sistema inmunológico lo atacara.

El único tratamiento disponible era el uso prolongado de corticoides, con el consecuente riesgo de secuelas a largo plazo. Ese panorama llevó a Rubilar –por entonces becaria posdoctoral, sin posibilidad de elegir su línea de investigación– a volcar toda su experiencia científica en buscar alternativas.

Antioxidantes, microbiota y una molécula escondida en un paper ruso

Hace más de una década, la comunidad científica comenzaba a discutir conceptos que hoy son ampliamente conocidos: microbiota, intestino permeable y antioxidantes como moduladores de la inflamación. Rubilar empezó entonces a elaborar extractos caseros con alimentos antioxidantes, pero muchos provocaban reacciones alérgicas en el niño.

Hasta que un colega de Brasil le envió un paper ruso que mencionaba una molécula con doble acción antioxidante e inmunomoduladora: equinocromo. La publicación estaba en ruso y debió ser traducida por su madre, de origen ruso. El origen de la molécula sorprendió a todos: provenía del erizo de mar.

El erizo Arbacia dufresnii habita en las costas de la Patagonia austral y en la región Antártica. Créditos: Roberto A. Listro

Ese dato no era menor. Rubilar trabajaba en su laboratorio con erizos de mar de la zona, aunque con otros objetivos.

Los científicos rusos le pidieron una muestra. La envió a Siberia y, tres meses después, recibió una respuesta impactante: el erizo patagónico Arbacia dufresnii tenía equinocromo en alta concentración y de excelente calidad.

Con esa confirmación, Rubilar pidió a los investigadores rusos información sobre seguridad y eficacia. Dado que ellos habían avanzado hasta fases de desarrollo farmacológico, el marco básico estaba disponible.

Mientras tanto, en su casa, el proceso era artesanal: su marido buceaba, traía erizos, ella hacía extractos y su hijo comenzó a consumirlos. El resultado fue inesperado: al cabo de un año lograron retirarle los corticoides.

Nace una industria inédita en Argentina: biotecnología acuícola con erizos de mar

Ya como investigadora y con el aval de su equipo, Rubilar planteó un objetivo ambicioso: generar tecnología local para producir estas moléculas sin recurrir al método tradicional ruso -la pesca extractiva y sacrificio masivo de animales-.

El proyecto avanzó bajo una premisa ética y ambiental: Criar erizos en cautiverio, sin extraerlos del mar

El equipo desarrolló biotecnología acuícola, cerrando el ciclo de vida completo del erizo Arbacia dufresnii en un sistema controlado. Con protocolos de bienestar animal, lograron que las huevas acumulen equinocromas en condiciones estandarizadas.

Idearon un sistema propio para obtener las huevas sin solventes orgánicos, mediante un procedimiento llamado green extraction, evitando residuos tóxicos.

Además, como no existía alimento balanceado para erizos, diseñaron uno propio a partir de desechos pesqueros de la industria langostinera-

Cambios regulatorios y financiamiento local

Tuvieron que modificar el Código Alimentario Argentino para habilitar el uso del erizo como fuente de suplementos. Recibieron apoyo de la Secretaría de Ciencia y Técnica de Chubut y lograron inversiones del sector pesquero, un hito para una actividad sin tradición acuícola en el país.

Con el tiempo desarrollaron diversas formulaciones dietarias basadas en equinocromas obtenidas de manera sustentable. Lo que comenzó como una búsqueda desesperada para ayudar a su hijo terminó convirtiéndose en una innovación biotecnológica pionera, un puente entre la ciencia básica, la salud y la economía en Chubut.

 

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