domingo, 14 de diciembre de 2025
Emilio Loyauté Pierre. Foto: familia Layauté

La presencia de los pumas, amos y señores de la región, fue una de las tantas contrariedades a la que Loyauté debió hacer frente durante los primeros años. La oveja, el animal que introdujeron los colonos, les resultaba a las fieras una presa más fácil de cazar que el tradicional guanaco. Durante la noche causaban estragos en las majadas. Peor les resultaba a los colonos cuando aparecían las bestias con sus crías, ya que por jornada la madre degollaba varias ovejas para enseñarles a cazar. En varias ocasiones, para que no acabaran con el ganado, el francés durmió en el corral junto con sus ovejas. Pero la situación más comprometida la vivió su hija menor, la que estuvo a punto de ser devorada por un puma. La salvó una de las hermanas cuando la fiera se disponía a saltarle encima. Un par de gritos estridentes de la niña mayor bastaron para que el animal emprendiera la retirada. Las fieras se mimetizaban con el paisaje valiéndose del frondoso pastizal que tapizaba el valle, o guareciéndose en el interior de grandes arbustos de calafate.

El alemán Hans Steffen, en uno de sus libros se refirió a la problemática presencia de los pumas en el río Mayo:

“El resto del valle superior del Mayo y sus ramificaciones hasta los altos bordes occidentales de la meseta se encontraban deshabitados y desacreditados debido a las amplias extensiones de terreno pantanoso y a los leones (pumas) y otras fieras que atacan al ganado ovejuno”. (Steffen, 1910)

En 1902 pasaron por el comercio de Loyauté las comisiones de Argentina, Chile e Inglaterra para la delimitar la frontera. Varios de los integrantes de dichas comisiones le dedicaron algunas líneas al colono francés. El Coronel Sir Thomas Holdich, el árbitro designado por la Corona de Inglaterra, se refirió a él como el marido de una de las hijas de una de las familias de la fallida colonia de Valle Huemules.

El geógrafo alemán Hans Steffen también se refirió a Loyauté:

“A pesar de las condiciones favorables para el pastoreo, el valle del río Mayo ha sido escasamente colonizado: en la época de mi viaje (1902) en toda la región de las mesetas hasta el río Senguer, se había establecido, en el punto en el que el camino de caravanas cruza el río, un solo colono de nacionalidad francesa, que practicaba la crianza de ovejas y había instalado un almacén.” (Steffen, 1910).

Libro “La colonización del oeste de la Patagonia central”, de Alejandro Aguado

 

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