
Don Juan Félix Acosta, verdadero viajero patagónico, sin prisa para llegar, sobre cuyas huellas avanzó incontenible el progreso. Hizo arreo con mil quinientas vacas siguiendo el camino trazado por Moyano con dirección a Punta Arenas. Acosta no llevaba baqueano pero decidido e inteligente, marchaba sin haber encontrado inconvenientes. La travesía la realizó por más de un año, debiendo sortear toda clase de imprevistos, vadear ríos y arroyos desconocidos, realizar largas etapas sin aguadas, ni campos de pastoreo. Los vientos y las lluvias no hicieron mella en su físico, ni en su ánimo. Con esa doble energía de su estado físico y de carácter pudo cumplir sin mayores inconvenientes el largo recorrido hasta Punta Arenas. Salió del valle del Chubut a Colhué Huapí y bordeando el Senguer llegó al lago Buenos Aires para seguir desde allí hacia la costa y luego hasta el estrecho.
Durante un año llevó el arreo de los vacunos y el regreso lo efectuó por la zona de la cordillera. Observador y perspicaz mantuvo en su memoria los lugares y accidentes topográficos por donde había transitado. Más tarde por sus conocimientos de las regiones sirvió de baqueano a las Comisiones de límites con Chile.
Don Juan Acosta era un verdadero gaucho acostumbrado a orientarse por las estrellas y los rastros y por eso colaboró con casi todas las Comisiones de límites.
Le tocó acompañar al ingeniero Baigorri durante sus largos trabajos en la cordillera. La Comisión del ingeniero y un grupo de soldados partieron de Rawson para cumplir su misión que duró varios meses y que pudo realizarse perfectamente ya que el carácter de baqueano de Acosta lo ayudó a conocer a fondo las zonas que visitaba. Acosta se había establecido en el Chubut en 1884 junto con su hermano Felipe y se dedicó a varias actividades que le permitieron obtener buenos resultados.
Cuando don Juan Acosta poblaba los campos de la Península Valdés, el capitán de una corbeta inglesa, con quien hizo amistad, le entregó un plano indicando el paraje de la costa donde antiguos marineros españoles habían sepultado ingentes riquezas.
Con ese motivo se dedicó por algún tiempo a explorar la zona y realizó algunas excavaciones pero sin resultados. Don Juan Félix Acosta en aquellas soledades trabajó con óptimos resultados y como hombre activo y de sólidos principios hizo que su presencia en aquella zona aportara una acción progresista para el conocimiento y posibilidades futuras.
Fragmento del libro “La Patagonia como la conocí”, de Emilio Ferro
