viernes, 26 de diciembre de 2025
Ceremonia de entierro mapuche.

De la suma de pueblos que vivían en la Patagonia a la llegada del hombre blanco, las creencias religiosas de los dos más importantes, en cuanto a su extensión geográfica, número de integrantes y vinculaciones con el hombre blanco fueron:

Religión araucana: La Divinidad o Ser Supremo recibe el nombre de Nguenechén, como en Chile, pero tiende a prevalecer en el Neuquén el de Futa Chao, Taita o Taitita Dios. Lo mismo sucede con Huecuvu o Huecufe, en un principio llamado Pillán por los nativos de Chile, según los cronistas y sacerdotes españoles, quienes lo identificaron con Satanás.

El dios de los mapuches o araucanos, cualquiera haya sido su denominación originaria, es único pero bisexual, es decir: participa de los atributos del hombre y de la mujer, como, asimismo, es anciano a la par que joven. Solía denominársele F’ta Huentru, derivado de Vuta o Futa, Cha Huentru o Cacha Huentru.

Pillán, como concepto abstracto, representa la idea monoteísta, pero en la práctica comprende cuatro personas en una, estableciendo cada cual una relación íntima y directa con los diversos sexos y edades.

En las rogativas o Nguillatunes, de la zona de Catán Lil, en principio se invoca a los primeros padres y los primeros hijos “que dejaron la tierra”, es decir fallecidos, a los que en su lengua los llaman:

El Mapu Nuqué: primera madre que dejó la tierra.

El Mapu Chao: primer padre que dejó la tierra.

El Mapu Nahué: primera hija que dejó la tierra.

El Mapu Fotem: primer hijo que dejó la tierra.

Vale recordar la ubicación preferencial de los entes de sexo femenino en el orden seguido para la invocación. En segundo lugar se invoca a las almas de los primeros ancianos y primeros jóvenes que dejaron la tierra, es decir:

El Mapu Cushé: la primera anciana que dejó la tierra.

El Mapu Fuchá: el primer anciano que dejó la tierra.

El Mapu Ellchá: la primera joven que dejó la tierra.

El Mapu Hueché: el primer joven que dejó la tierra.

En tercer lugar, la invocación va dirigida a los últimos fallecidos que también en la otra vida van a participar de la rogativa.

En lo referente al Demonio, la denominación de Huecuvú o Huecufe ha sido sustituida por la de Gualicho, palabra de origen quichua.

Religión tehuelche: creen en dos seres invisibles: uno bueno y uno malo, Dios y el diablo. Prestan más atención al ser malo que al bueno, porque según ellos, es necesario estar en paz con él para que no los dañe. Creen que él es la cabeza y el administrador de los males del mundo; le hacen frecuentes sacrificios de yeguas en noches de luna nueva. Las llevan a la cima de una loma para matarlas y allí quemarlas. A veces les sacan el corazón y luego de realizar con él una ceremonia, lo creman.

El médico y el mago o adivino es una misma persona, y la curación comprende tanto la magia como los remedios que son propios de ellos. Cuando aparece una enfermedad, creen que el diablo se ha adueñado de ella y las mujeres dan vueltas en torno del toldo, haciendo un ruido ensordecedor para ahuyentar al espíritu maligno, mientras los hombres se dedican a los sacrificios.

Aunque envuelto en conceptos muy materialistas, creen en otra vida después de ésta y sostienen que, después de morir, los hombres pasan a otro mundo invisible para ellos, viviendo de una manera muy semejante a lo que hacían antes de morir. Si el aborigen es bueno, creen que irá a un país con abundante caza, sin privaciones. Los caballos, yeguas y perros muertos el día de la muerte del hombre, pasan con él al otro mundo, junto a todas las cosas quemadas y arrojadas con él a la tumba. Pero, si se trata de un hombre malo, irá a un país pobre, sin pastos ni caza y deberá viajar largamente por lugares áridos para encontrar su alimento.

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