sábado, 27 de diciembre de 2025

Entre comunidades rurales, tradiciones que resisten al tiempo y paisajes que narran por sí solos, Esquel invita a un viaje más profundo: uno donde la historia, la identidad y la naturaleza se entrelazan en experiencias auténticas durante todo el año.

Laguna La Zeta un remanso de naturaleza a un paso de Esquel
En Esquel, el territorio habla. Lo hace en voz baja, como el río que corre entre sauces, o con la fuerza de una memoria que no se deja borrar. Cada paraje guarda una historia y cada experiencia rural propone algo más que una postal: invita a comprender el paisaje desde quienes lo habitan. Entre la estepa y el bosque, entre el tren que silba y el telar que cruje, el turismo rural aparece como una forma sensible de conocer la Patagonia.

Paisajes, gastronomía y cultura local se combinan en vivencias que respetan el pulso de las comunidades y celebran su identidad. Para quienes buscan autenticidad, pertenencia y contacto real con el territorio, estas tres propuestas resumen lo esencial de Esquel y su valle.

Alto Río Percy: donde la tradición sigue en movimiento

A solo 15 kilómetros de Esquel, Alto Río Percy se despliega como una zona de transición: la estepa empieza a ceder y el bosque andino patagónico anuncia su presencia. El río Percy acompaña el paisaje y las montañas, con el cerro La Torta como referencia, completan un ecosistema tan diverso como vivo.

Es una comunidad rural donde las fiestas populares, los sabores caseros, las artesanías y las actividades al aire libre forman parte de la vida cotidiana. Nada está montado para el turista: todo sucede porque sigue siendo así.

La huella de los carreros, un patrimonio que persiste

Antes de que existieran los caminos y los vehículos, los carreros fueron el vínculo entre el bosque y la ciudad. Recolectaban leña en los alrededores de Alto Río Percy y la trasladaban hasta Esquel en carros de madera tirados por bueyes. De ese trabajo dependía buena parte del desarrollo productivo y social de la región.

Cada febrero, los carros de madera y los juegos tradicionales vuelven a rodar para homenajear a quienes unieron el bosque con la ciudad antes de que existieran los caminos.

Hoy, ese legado se transmite con orgullo. Cada febrero, la Fiesta Provincial del Carrero rinde homenaje a esos hombres y a su historia con juegos tradicionales como la tirada de riendas, la carrera de sortija y la polca de la silla. Se suman artistas regionales, feria artesanal y producción local, en una de las celebraciones más identitarias del noroeste chubutense.

Naturaleza que invita a quedarse

El entorno natural de Alto Río Percy ofrece un refugio para quienes buscan conexión real con el paisaje. Senderos, tardes junto al río y momentos de contemplación definen la experiencia.

Uno de los recorridos más destacados es el sendero Piedra de la Aguja, con dos alternativas: un trayecto de dificultad moderada (1 hora 20 minutos) y otro de dificultad alta (2 horas). En ambos casos, el camino atraviesa ambientes valdivianos con líquenes, musgos y helechos alimentados por vertientes de altura, hasta llegar a una formación rocosa imponente de 50 metros de altura.

La ribera del río Percy completa la experiencia: pesca, balneario en verano, encuentros comunitarios y degustaciones gastronómicas hacen de este espacio un punto de valor natural, social y paisajístico.

Hongos, musgos y líquenes revelan el lado más íntimo del bosque nativo en un recorrido que también recupera antiguas huellas de carreros
Micosenda: el bosque contado desde el suelo

La Micosenda propone una experiencia sensorial distinta. A través de cinco estaciones, el sendero invita a descubrir la diversidad de hongos que emergen según la estación.

En otoño, aparecen especies como el hongo de pino, cola de pavo, parasol o bejín perlado. En primavera, las citarias como el llao llao o la morilla tiñen el bosque de tonos anaranjados. Durante todo el año, los hongos degradadores cumplen su rol silencioso en la salud del ecosistema.

El recorrido aprovecha una antigua huella de carreros, resignificando el camino como espacio de biodiversidad y memoria local. Dificultad: media · Duración: 2 horas · Distancia: 2,85 km.

Producción con identidad

En la zona también funciona Frutillas del Viento, un emprendimiento que combina producción agrícola y turismo de naturaleza. Con 10 microtúneles y unas 1.300 plantas, se puede visitar durante otoño, primavera y verano.

A caballo, el paisaje se recorre sin apuro y el contacto con la tierra devuelve otra forma de mirar Esquel y su entorno
El predio cuenta con un sendero autoguiado de baja dificultad que recorre flora nativa como laura, maitén, radal, ciprés, palo de piche y ñire. Cada visita es también una oportunidad para compartir saberes, promover la educación ambiental y fortalecer el turismo sustentable.

Nahuelpan: memoria viva a la vera del tren

A 18 kilómetros de Esquel, la comunidad Nahuelpan se asienta entre mallines patagónicos, suelo semiárido y montañas que ordenan la mirada. Su nombre, proveniente del mapudungun, remite al cacique Francisco Nahuelpan, que habitó la zona a fines del siglo XIX.

Aquí, la cultura mapuche-tehuelche no se exhibe: se vive. Rituales, saberes y prácticas cotidianas conforman un patrimonio vivo que dialoga con el presente.

La Trochita, un viaje al corazón del territorio

La estación Nahuelpan es uno de los destinos del Viejo Expreso Patagónico “La Trochita”, el último tren a vapor de trocha angosta del mundo que conserva sus piezas originales. Declarado Monumento Histórico Nacional, el tren recorre 38 kilómetros entre Esquel y Nahuelpan en un viaje de tres horas.

El último tren a vapor de trocha angosta del mundo recorre la estepa a ritmo lento, con el silbato como banda sonora del viaje.

Durante la parada de 45 minutos, los visitantes pueden recorrer el paraje y conocer su cultura. El servicio incluye vagón accesible, coche bar, guías a bordo y la posibilidad de viajar con mascotas
Museo de Culturas Originarias Patagónicas

Junto a la estación funciona el museo que resguarda y celebra la cultura mapuche-tehuelche. Fotografías históricas, herramientas ancestrales, cerámicas, tejidos, platería, instrumentos musicales y vestimentas narran la cosmovisión de los pueblos originarios.

El espacio también refleja la actualidad de las comunidades: algunas mantienen una vida rural, otras integran sus raíces a lo urbano, todas conservan el orgullo de su herencia.

La Casa de las Artesanas y la feria

Desde 1996, la Casa de las Artesanas impulsa el trabajo de mujeres mapuche-tehuelches que tejen identidad en cada pieza. El salón de exposición y venta, inaugurado en 1999, reúne textiles y artesanías de la región y la provincia.

Objetos, tejidos y fotografías cuentan la historia viva de los pueblos mapuche-tehuelche y su vínculo con el territorio
La feria artesanal suma colores, aromas y sabores locales, con la participación de artesanos de Esquel y Trevelin. Cada objeto guarda una historia, cada puesto una forma de habitar el territorio.

Otras experiencias completan el recorrido: la Casa de Piedra, sobre Ruta 40, y el sendero Huella del Mañke, que incluye una merienda ancestral con ñaco, muday, tortas fritas y opciones sin TACC.

Esquel y su valle: el territorio como relato

El valle donde hoy se asienta Esquel fue, desde siempre, lugar de tránsito y encuentro. Tehuelches y mapuches dejaron una huella profunda que aún dialoga con el paisaje.

Los tehuelches, nómades de la estepa, organizaban su vida en torno al guanaco. Los mapuches, con la incorporación del caballo, transformaron su movilidad y sus prácticas. Hoy, excursiones y recorridos permiten revivir ese pasado y comprender el vínculo ancestral con la tierra.

Cabalgatas: recorrer a otro ritmo

En las afueras de la ciudad, los centros ecuestres proponen experiencias que combinan naturaleza, animales y relatos locales.

El Centro Ecuestre Los Pinos, sobre la Ruta 259, ofrece cabalgatas guiadas por las estribaciones del cerro Nahuelpan, aptas para todas las edades y sin necesidad de experiencia previa.

La chacra Los Álamos, en la zona de Valle Chico, suma recorridos breves o jornadas completas, con la posibilidad de cerrar el día con un asado y charlas que recuperan la memoria del lugar.

El turismo rural es una forma de viajar más lenta, más profunda. En Esquel, cada experiencia conecta naturaleza, historia e identidad. Cada encuentro revela algo del territorio y de quienes lo habitan. Mirar distinto, sentir más cerca, descubrir lo que permanece. Esquel invita a vivir la Patagonia desde otro lugar.

Por Lorena Vincenty – DIARIO RIO NEGRO

 

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