lunes, 27 de octubre de 2025

En su peor momento económico el presidente ha logrado su mejor momento electoral. Es indudable que la mayoría de los votantes argentinos ha decidido reafirmar el rumbo elegido hace dos años. Como en aquel entonces se puede hablar de que Milei fue nuevamente plebiscitado. Los ciudadanos decidieron que el presidente de la Nación concluya con el mayor apoyo posible la tarea que se comprometió a hacer.

El presidente Javier Milei destacó esta noche que La Libertad Avanza (LLA) pasará “de 37 diputados propios a 101 diputados” y “de 7 senadores a 10”, y ponderó que “hay decenas de diputados de otros partidos con los que podemos encontrar acuerdos básicos”.

Todas las suposiciones sobre si el resultado nacional dependía de si se contaran todos los votos en el país, si se sumaran la cantidad de provincias ganadas o si lo que valiera fueron la mayor cantidad de cargos en el Congreso, todas ellas, acaban de volverse abstractas. El triunfo de Javier Milei es lo suficientemente importante para reconocerlo desde cualquier lectura.

Se puede afirmar que la elección legislativa de medio término de la era Milei la ha ganado el oficialismo nacional de un modo indiscutible. Su gran opositor, el peronismo kirchnerizado, apenas ha sobrevivido sin poder cantar victoria en prácticamente ninguna parte. Y las terceras fuerzas opcionales, en particular el partido de los gobernadores, resultaron intrascendentes.

En su peor momento económico el presidente ha logrado su mejor momento electoral.

Ahora están por verse dos cuestiones esenciales: la primera, que el triunfo popular ayude a superar la crisis económica, y la segunda que estas elecciones contribuyan a construir una mejor política en un momento en que tampoco estaba andando bien, donde las alianzas construidas por el mileismo en su primer año se rompieron en el segundo. Ahora aparece una inmensa oportunidad de reconstruirlas e incluso de mejorarlas. Pero, debido al cuantioso triunfo obtenido, todo depende de una sola persona mucho más que de la voluntad compartida de todos los posibles aliados.

Más allá de los porcentajes es indudable que la mayoría de los electores argentinos ha decidido reafirmar el rumbo elegido hace dos años. Como en aquel entonces se puede hablar de que Milei ha sido nuevamente plebiscitado. Los ciudadanos decidieron que el presidente de la Nación concluya con el mayor apoyo posible la tarea que se comprometió a hacer. Los “sismos” políticos y económicos que le movieron el piso en estos últimos meses, han sido tomados en cuenta mucho menos de lo que se esperaba. La visión del electorado más bien eligió hacer un vistazo general, un promedio de los dos años, y en general, a los más les resultó positivo.

Las tonterías nacionalistas sobre condenar el apoyo de Donald Trump como un acto de colonialismo, que no lo era en absoluto, no prendió en la sociedad. Más bien le hicieron caso al presidente norteamericano de que ayuden al presidente argentino. Como dijimos metafóricamente pocos días atrás, Trump se convirtió en el gran jefe de campaña electoral de Milei.

La gran derrota en la provincia de Buenos Aires de las huestes mileistas en setiembre, quedó reducido a un hecho provincial, por más que a partir de ahora Cristina Kirchner le achaque a Axel Kicillof el supuesto error de haber desdoblado las elecciones. Pero eso ya será una pelea interna menor de un peronismo que tarde o temprano deberá ajustar cuentas con sus nuevos mariscales de la derrota: vale decir, todos los kirchneristas. Hoy el kirchnerismo solo le sirve al peronismo para espantarle votantes. Se debe una renovación imprescindible, que no se sabe si está dispuesto a realizar. Mientras tanto, los K trabajan para La Libertad Avanza porque su mero riesgo de retorno eriza los pelos de muchísima gente.

Javier Milei se anotaría un golazo que potenciaría por cien su gran resultado electoral si lo asumiera con grandeza convocando a la unidad nacional entre todos los que tienen coincidencias básicas importantes. Si en cambio decide emprenderla con todo y contra todos como lo hizo antes tantas veces, a la larga eso lo perjudicaría.

En síntesis, a Milei el primer año lo apoyaron mucho para superar su minoría cuantitativa tanto Macri como todos los gobernadores no kirchneristas. Y en este año la ayuda del amigo americano fue determinante. Ahora se le suma un clarísimo apoyo del pueblo. Con tan impresionante apoyo, debería bastar para volver a normalizar las variables económicas, bajar un alivio material a los más postergados y empezar el anhelado camino del desarrollo estructural.

Pero insistimos, todo depende de Milei: si se cree Superman, como se creyó tantas veces, de a poco irá perdiendo la invulnerabilidad que hoy parece volver a protegerlo. Si en cambio decide admitir y por lo tanto rectificar los errores efectivamente cometidos antes de estas elecciones, su futuro promisorio no parará de crecer.

Ayer domingo dijimos que lo mejor para el país sería que el Milei de los dos primeros dos años le entregara los atributos del mando presidencial a un Milei renovado y mejorado de los segundos dos años de su gestión. De haber ganado o perdido por muy poco, habría estado obligado a eso, pero del modo en que ganó puede sentirse tentado a no cambiar nada. No sería lo mejor que le podría pasar ni a él ni a los argentinos. Pero por ahora la Argentina decidió nuevamente elegir, y contundentemente, a él. Eso es un hecho, lo nuestro es un deseo. Aunque, valga como un indicio aún incipiente pero no por ello menos positivo, que en su primer discurso post-electoral, pronunciado anoche, el presidente Milei habló con moderación, sentido común y convocó a la unidad nacional de todos los argentinos y a la alianza de todos los dirigentes los que piensan parecido a él. Curtidos por muchas anteriores experiencias discursivas en sentido contrario, podríamos decir que una golondrina no hace verano, pero lo anuncia. Ojalá que esta vez, Trump y el pueblo mediante, lleguemos al verano con el mejor Milei posible.

 

Por Carlos Salvador La Rosa, sociólogo y periodista, para Los Andes

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