Que el León es el mandatario más bocafloja y puteador de todos los tiempos en esta generosa Argentina no quedan dudas. Está confirmado y documentado. Pero dado que en política todo es posible y lo que mandan son las implacables urnas, parece que el hermano de Karina va a intentar controlar su lengua.
Que Javier Milei sea el mejor presidente de la historia, como postula Luis Petri sin ponerse colorado, claramente es discutible. Eso sí, que el León es el mandatario más bocafloja y puteador de todos los tiempos en esta generosa Argentina no quedan dudas. Está confirmado y documentado. Pero dado que en política todo es posible y lo que mandan son las implacables urnas, parece que el hermano de Karina va a intentar controlar su lengua y emitir el menor número de improperios por minuto respecto de su habitual catarata de insultos variopintos.
Un estudio de Chequeado en febrero de este año consignaba que “desde su asunción en diciembre de 2023, el presidente pronunció al menos 1.051 insultos, descalificaciones o ataques en discursos, entrevistas y redes sociales, con un promedio de 2,4 por día”. Sus insultos más recurrentes eran (y continuaron hasta el presente) “zurdo”, “kuka”, “ensobrado”, “mandriles”, “burros”, “ratas inmundas” y sus destinatarios opositores políticos, economistas de visión contraria y, especialmente, periodistas.
La Nación transcribió y analizó 739.000 palabras e identificó patrones en el lenguaje del Presidente y concluyó, en junio de 2025, que Milei ya acumulaba unos 4.000 insultos. Analizando ese estudio, Martín Rodríguez Yebra le decía a LatAm Journalism Review: “Es un líder muy centrado en la comunicación, y consideramos fundamental desentrañar las características de su discurso: qué lo hace tan único, cuáles son sus trucos más comunes, cómo busca construir una épica que le permita superar sus debilidades políticas. Por eso, comenzamos a recopilar todos sus discursos y entrevistas. Queríamos realizar un análisis basado en datos objetivos y cuantificables”.
Sólo al periodismo le dedicó 410 menciones despectivas en 69 discursos y entrevistas, siendo “mentiroso” la palabra más liviana y a mano para descalificar. Algo así como tirarle piedras al espejo, con la convicción de que “no odiamos lo suficiente a los periodistas”.
Para no quedarnos sólo en el repaso y sobreabundar en lo que ya se sabe -y padece-, la noticia (quién dudaría que lo es) de que Milei bajará su nivel de agresión y se sacará el chip de puteador serial abre todo tipo de conjeturas. ¿Le cayó la ficha? ¿Por primera vez escuchó a algún asesor sensato? ¿Razonó que una probable reelección en 2027 también requiere domar su lengua?
Fue en la cena de la Fundación Faro donde Milei, tras pegarle a los “parásitos mentales” que no entienden sus políticas, bajó un cambio y prometió (¿?): “Voy a dejar de usar insultos a ver si están en condiciones de poder discutir ideas. Porque yo creo que discuten las formas porque carecen de nivel intelectual suficiente para discutir las ideas”.
Joaquín Morales Solá recogió el guante, pero no es muy optimista al respecto. Para el histórico columnista, “la noticia de que Milei decidió no ‘usar’ más insultos chabacanos es un cambio fundamental en su gobierno y en su forma de ser. El único problema es que ni los que están a su lado confían en que mantendrá esa promesa”.
La fábula del escorpión y la rana, cita ineludible para hablar de la imposibilidad de cambiar la naturaleza humana, queda resonando hasta el próximo agravio presidencial. En la otra orilla, los argentinos seguimos con atención si se cumple o no la sabia parábola.
Fuente: Los Andes