El 6 de noviembre de 1859, cuando los misioneros protestantes desembarcaron en bahía Wulaia -norte de isla Navarino, archipiélago de la Tierra del Fuego- para realizar los oficios divinos en una cabaña levantada en la costa, a bordo quedó solamente el cocinero Alfredo Cole De pronto, los nativos se abalanzaron sobre los religiosos y uno a uno los ocho fueron asesinados. Seguidamente, las canoas apuntaron hacia la goleta en que estaba aislado Cole; este saltó sobre un chinchorro, con el cual pudo llegar hasta la orilla opuesta de la bahía; en tierra firme se internó en el bosque, donde permaneció cuatro días sin probar bocado, hasta que cayó en manos de un grupo de nativos, los que sin el menor ánimo de hacerlo desaparecer como a sus compañeros de infortunio, le hicieron un lugar próximo a una fogata, lo hartaron de mejillones y -aunque lo despojaron de sus ropas- y convivió con ellos durante dos semanas, al cabo de las cuales llegaron al lugar donde estaba fondeada la goleta Allen Gardiner de la misión protestante.
En total, estuvo casi tres meses conviviendo con los nativos, hasta que llegó la goleta Nancy y pudo embarcarse rumbo a las islas Malvinas.