miércoles, 5 de febrero de 2025
Antártida Argentina y Julio Popper

 

La República Argentina fue el primer país que ejerció actos de soberanía en el Continente Antártico y pertenece también a nuestro país el establecimiento permanente más antiguo instalado en la Antártida, mucho antes que otras naciones pretendieran aducir derechos en aquellas latitudes.

A principios de diciembre de 1881, todo estaba listo para la partida de la expedición científica presidida por Giácomo Bove; su misión era efectuar un detallado estudio de los recursos existentes en la Patagonia Austral y Tierra del Fuego. Para esa empresa el Gobierno Nacional había afectado la corbeta “Cabo de Hornos”, comandada por don Luis Piedra Buena. El 6 de diciembre el presidente del Instituto Geográfico Argentino, Dr. Estanislao Zeballos, se dirige al ministro del Interior para pedirle que esos estudios se extendieran también a los mares australes, “teatro de elementos copiosísimos de riqueza, que hoy explotan diferentes naciones europeas y aún los Estados Unidos, y que un día serán la base de la población y engrandecimiento de las costas patagónicas y fueguinas”.

Luego de destacar la importancia industrial que podría significar para la República ese estudio, continúa: “De acuerdo con estas vistas el Instituto Geográfico Argentino desea encomendar al teniente Bove una excursión hasta las islas South Shetland y Tierra de Grahm, a la cual llegará por primera vez el hombre Shetlanda, correspondiendo al pabellón argentino honra de haberlo conducido hasta allí y tal vez la de descubrimientos trascendentales en la historia física de la tierra”.

La expedición de Bove se realizó de acuerdo con los planes ya fijados y la excursión hacia la Antártida propuesta por Zeballos no se efectuó; pero constituye un interesante testimonio de que ya en una época tan remota había argentinos que pensaban y querían adelantarse y ser los primeros en ejercer el derecho de soberanía en aquellas latitudes porque las consideraban parte del territorio nacional.

En 1886 un ciudadano rumano, Julio Popper, con autorización del Gobierno Argentino comenzó la explotación de yacimientos auríferos en Tierra del Fuego, especialmente en El Páramo (extremo norte de la bahía San Sebastián) y bahía Sloggett (en la costa sur de la isla). Hombre inquieto y de visión penetrante, pronto entrevió las posibilidades que encerraban las tierras y mares antárticos, por donde había realizado algunos viajes y procuró extender su actividad hasta ellos. Merece también ser destacado que fue el primero en llamar “Mar Argentino a esta extensión marítima que baña el extremo austral de la República, desde el canal de Beagle al estrecho de Le Maire, y desde la isla de los Estados hasta el cabo de Hornos”. En 1984 los que negociaron, firmaron y aprobaron el Tratado de Paz y Amistad con Chile, cambiaron el nombre de Mar Argentino por el de Mar de la Zona Austral. Con tan engañoso como infantil recurso pretendieron hacer creer que se había respetado el principio de la división oceánica y que ese mar no se encontraba en el Atlántico. Es una lástima que en el mapa donde estampó ese nombre, Julio Popper marca el límite argentino-chileno entre las islas Lennox y Picton, dejando ésta y Nueva para nuestro país y Lennox para Chile. No faltan quienes atribuyen a este mapa el inicio del poblamiento (por parte de Chile) de las islas Picton y Nueva. Parece que la verdadera razón fue el hallazgo de oro en ellas.

Mapa confeccionado por Julio Popper entre 1886 y 1890 en el que llama Mar Argentino a la parte del Atlántico comprendida entre Tierra del Fuego, Cabo de Hornos e Isla de los Estados

En 1889 Julio Popper había anunciado en una conferencia en el Instituto Geográfico Argentino, su intención de extender sus actividades a la Antártida y el 6 de mayo de 1892 se dirige por nota al ministro del Interior para pedir autorización de fundar en Shetlandia (islas Shetland) “un establecimiento dedicado a la pesca de cetáceos y pinípedos… sin pedir más primicias para mi empresa que las que resultan de la estricta observación de los preceptos constitucionales argentinos sobre todo en lo que se refiere a la propiedad particular”.

Destaca en su solicitud que las “tierras designadas como Shetlandias, Orkneys [Orcadas), de Grahan se encuentran al Este del meridiano que pasa por el cabo de Hornos” con el propósito de recordar que por tal razón pertenecen a la República Argentina. Describe luego cómo los mares australes a partir del siglo XVIII sufrieron una indiscriminada depredación por flotillas del hemisferio norte hasta poner en peligro la supervivencia de esas especies. “El entusiasmo para la pesca había llegado hasta el punto de inducir al rey Luis XVI de Francia para armar por su cuenta particular seis buques balleneros”.

“A consecuencia de los estragos que duraron más de un siglo, aquellas pesquerías se hallan casi agotadas y necesitan la protección del gobierno para que en lo futuro vuelvan a ser remunerativos y lleguen a constituir una importante fuente de riquezas para la Nación”; agregando a renglón seguido que “en el período actual son pocos los balleneros… que siguen considerando Res Nullius aquellas aguas del litoral argentino”. Es la opinión de un particular, pero reveladora de lo que ya entonces era la idea predominante. La solicitud de Popper mereció un simple Resérvese agregado el 31 de enero de 1894. Julio Popper había muerto el 6 de junio del año anterior.

“Patagonia azul y blanca”, de Clemente Dumrauf

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