Con la firma del tratado de límites en 1881, la rendición de los últimos grupos aborígenes en 1884 y la seguridad que daba la presencia de las tropas, comenzaron a radicarse en la zona los primeros pobladores blancos para explotar los recursos que la región ofrecía en abundancia. Lo inicia Jarred A. Jones, que se estableció en las nacientes del Limay el año 1890. Carlos Wieder-hold, que ya había levantado un galpón en la orilla del lago para depósito de lana y cueros que traían los nativos y comercializaban por víveres, ropa y otros objetos, abre allí mismo un comercio el 2 de febrero de 1895. El segundo censo nacional de población, efectuado ese año, registra 196 habitantes en el departamento Bariloche, en su mayoría extranjeros; pero ya diferenciaba entre población urbana y rural, aunque esto ha de interpretarse sólo como “una mayor concentración de pobladores rurales que el censo ubica sobre la costa del lago y en la ribera rionegrina del río Limay”. La principal concentración se había producido alrededor de las construcciones de Wiederhold o en sus cercanías. Según el explorador chileno Juan Steffen, en 1897 ya había en las inmediaciones del lugar donde ahora se encuentra la ciudad de San Carlos de Bariloche 14 casas.
El incipiente comercio se efectuaba con Chile a través del lago. El trayecto hasta puerto Blest se realizaba en grandes balsas y en botes de vela; desde ahí a lomo de mula o en carros, según lo permitían las características del camino. El primer vapor que cruzó las aguas del lago fue El Cóndor, traído desarmado desde Puerto Montt por el paso Pérez Rosales y botado al lago en Puerto Blest el 12 de febrero de 1900.
Ese mismo año la firma Hube y Achelis compró los bienes de Wiederhold y algún tiempo después se convirtió en la Compañía Ganadera Comercial Chile-Argentina. De argentina no tenía más que el hecho de actuar en nuestro país; todo el capital era chileno y fijó su sede central en Puerto Montt. Además de dedicarse al comercio adquirió tierras y formó las estancias de San Ramón, Chacabuco, Traful y otras, convirtiéndose en pionera del progreso de la zona. La inusitada actividad desplegada por esa Compañía, cuyo personal jerárquico y la mayoría de sus empleados eran chilenos, creó cierta inquietud en la opinión pública y autoridades. Aún no se había resuelto la demarcación limítrofe actividad comercial y los caminos que construía a tal efecto. El diario La Nación alertaba el 24 de marzo de 1901: “Los caminos que Chile ha terminado este año con rumbo a las regiones más ricas de la Patagonia serán o no serán estratégicos, pero ciertamente cumplirán por el momento la misión más vulgar pero más positiva de acarrear los productos de aquella región hacia Chile. Es sabido que el comercio en la falda andina se hace casi exclusivamente por vía Chile”.
Durante todos esos años varias “empresas de colonización”, especialmente inglesas, habían adquirido grandes extensiones de tierras en el sud-oeste de Río Negro y noroeste de Chubut con el fin declarado de crear colonias, pero en realidad lo único que les interesaba era el lucro económico. También la Compañía Chile-Argentina continuó comprando tierras; súmese a ello el activo comercio que esas empresas efectuaban a través de la cordillera, y resultan explicables los temores y sospechas que suscitaron. Francisco P. Moreno, que se hallaba en Bariloche a principios de 1902, presidiendo la Comisión de Límites que acompañaba a Holdich-representante de la Comisión Arbitral de la Corona Británica en el litigio limítrofe- alertó al presidente Roca el 12 de abril y le pide que suspenda “cualquier resolución sobre tierras y bosques en estos parajes”, anticipándole “que es perfectamente fácil hacer de esa región un importantísimo centro de riqueza antes de dos años”.
Para facilitar la radicación de argentinos, que con su capital y su presencia fuesen consolidando nuestra soberanía, el 9 de abril de 1902, mediante decreto, el presidente Julio A. Roca crea una colonia agrícola ganadera “que se denominará Nahuel Huapi, en las tierras fiscales adyacentes al lago del mismo nombre”. El mismo decreto disponía que debían reservarse los lotes para el pueblo. En conformidad con lo dispuesto, mediante otro decreto del 3 de mayo de 1902 el Presidente de la República dispone que se reserve “para fundación de pueblos, 400 hectáreas en el territorio de Río Negro: en el paraje conocido con el nombre de Puerto Moreno, en los lotes 111 y 95. Y en el denominado San Carlos, en los lotes 114 y 115”. Quedaba de esta manera fundado el pueblo de San Carlos de Bariloche, que tuvo su primera Comisión de Fomento en 1907. La presidía el gerente de la Compañía Comercial y Ganadera Chile-Argentina, Luis Horn; los demás integrantes pertenecían a la misma empresa.
Fragmento del libro “La cruz en el lago”, de Clemente Dumrauf

