De acuerdo con las características fitogeográficas, se designa con este nombre a los bosques que se extienden desde el río Baker y su prolongación hacia el nordeste (a 47° de latitud Sur), hasta la isla Hornos (a 56º de latitud Sur), comprendiendo parte de la Región de Aysén, en medio de un clima rígido de largos inviernos y frío intenso.
Las grandes precipitaciones que se registran en la zona del océano Pacífico, donde las lluvias alcanzan a veces hasta 3.000 y 3.500 mm anuales, permiten el desarrollo de una vegetación exuberante, con gran cantidad de especies arbóreas. Predominan en el área los árboles coíhue, ñire, lenga, etc. Al llegar el verano, sobre las ramas y troncos de todos estos árboles crece un hongo que en el pasado fue fruto preferido de los aborígenes onas.
Otros árboles de estos bosques son el canelo y el ciprés. Entre los arbustos, se cuenta el tepu, ciruelillo, fucsia o chilco y el calafate.
En la espesura del bosque, entre variadas especies de helechos pequeños, se destaca por su hermosura el vistoso Bechnum magellanicum, cuyo tronco grueso y corto termina en un vasto follaje de hojas verdes con su interior rosado.
En la zona llana del fondo de los valles, los bosques abrigados del viento son densos, con árboles de gran tamaño y a medida que se eleva el relieve, las especies decrecen y el díametro de sus troncos se reduce; a mayor altura, la vegetación es enmarañada, baja y de tortuosa espesura casi intransitable, que cubre las laderas, desapareciendo de a poco hasta terminar en la roca desnuda en que comienza la nieve.
También las diferencias de clima a que está sometido el bosque magallánico de norte a sur de la región chilena, determinan notables desigualdades en el límite superior de la vegetación que nace en las laderas cordilleranas. En el extremo norte, la vegetación alcanza los 1.200 m de altura, y en la Tierra del Fuego, por la cordillera Darwin, sólo llega hasta los 600 m snm.
Estos bosques han sido gravemente deforestados por empresas chilenas y transnacionales, y en el lustro 1990/1994 se exportaron a Japón 8 millones de astillas de árboles nativos. Al advertirse que, ante esta explotación masiva, el bosque nativo se perdería irremisiblemente en pocos años, la empresa Trillium Co. de Estados Unidos optó por trasladarse al lado argentino, ante los escollos presentados en Chile como ser: problemas legales referidos a la adquisición de las tierras y la firme oposición de la ciudadanía.

