Vapor de la compañía francesa Chargeurs Réunis, que, en 1884, encalló en las inmediaciones del cabo Vírgenes, a unas 6 millas de la boca del estrecho de Magallanes, al que trataba de cruzar para dirigirse al Perú.
El Artic, Arctic o Artique se encontró de pronto sobre una costa arenosa y al pie de los grandes acantilados de Cóndor-Clif, expuesto a los vientos del Este, el Sur y el Sudeste y a las grandes rompientes de un mar impiadoso. Todos sus tripulantes se salvaron, pero el barco, encallado en la restinga, quedó inutilizado. Sólo pudo recuperarse parte de su mercadería, que fue llevada a Punta Arenas para ser vendida en subasta pública por los aseguradores. Como resultado de ella, se enriquecieron dos comerciantes de la localidad.
Una vez abandonado el barco, acudieron a él innumerables aventureros, para incautarse de todo lo que consideraban útil.
Uno de los tantos curiosos que ambulaban por la zona, halló por simple casualidad unas pepitas de oro, lo cual desató una nutrida corriente de improvisados mineros.
Una noche, un furioso temporal del Sudeste hizo que las olas partieran en dos al buque, sepultándolo casi por completo bajo las arenas.
Textos de Luis B. Colombatto