lunes, 28 de julio de 2025

“EL CHURUMEQUE”, con este nombre tan estrambótico, fue bautizado un vehículo de cuatro ruedas, tipo camioncito, con guardabarros de arpillera y sin capota. Nuestro amigo Pedro, tenía un lindo coche y quiso tener una camioneta para traer las cargas, según él sería de gran utilidad, pero no lo pudo obtener cuando se le ocurrió.

Después de la zafra, de los trabajos del campo, pagar las cuentas, personal, impuestos y demás, la familia decidía las compras una vez vendida la lana con plata en mano. En esos años “San Jorge”, y marcaba el pulso comercial del puso obtuvieron buenos dividendos. de buenos precios, momento y siempre.

Pedro impaciente como era, no podía esperar, así que compró a no sé quién el famoso “Churumeque”, el juguete nuevo atronaba el aire y andaba, paraba a cada rato y cuando se le ocurría.

Pedro siempre riendo a más no poder y con santa paciencia, bajaba y arreglaba el desperfecto, en estos viajes era acompañado por el capataz, o por la esposa, que lo secundaba con gusto (me dicen que el motor era bueno).

Cuando entraba en “San Jorge”, todos salíamos a recibirlos con grandes aspavientos y, sin saberlo festejábamos con alegría el disparate”, que era la alegría del dueño.

Doña Elena, se tomaba la cabeza y le preocupaba sinceramente el ridículo juego. Doña Elsa, la consuegra de Doña Elena, casi escandalizada se preguntaba cómo era posible todo aquello. Nuestra bohemia, la salud, juventud y risas, despreocupados, tiempos hermosos y recién casados, todo era alegría y alborozo.

Pedro y Chola se casaron en marzo de 1949, Armin e Inés en julio y Víctor y Chiche, en diciembre del mismo año. Las reuniones en ambas estancias los sábados a la noche, los domingos, cumpleaños, todo era motivo para reunirse y pasarlo bien. Estábamos presentes en las fiestas en Camarones.

Pedro hasta incursionó con caballos de carrera. Solimán era el nombre del caballo, un mestizo de carrera que compitió contra una yegua, propiedad de Moncho Mairal. Los del campo apostamos a favor del caballo de Pedro. Ganó la yegua.

Pedro al hacerse cargo de “El Verdín” hizo reciclar la casa, que quedó hermosa, pues no andaba con chiquitas. Agregó un gran frontón, para el juego de la paleta.

Esta cancha era utilizada también por los amigos de Camarones. Pedro de un corazón generoso, no medía gastos, contento de estar rodeado por los amigos, todos lo recordamos con sonrisas. Su esposa lo acompañó siempre dispuesta, en lo relativo a la casa para agasajar a los visitantes.

Como dije, el “churumeque”, no tenía capota, así que con tiempo frio o viento, ponía una gran lona, atada llegaba por el camino interno de las a los parantes. Y cuando llegaba por el camino interno de las estancias “Verdin’ “y “San Jorge”, parecía un gran “Zepelín”, así lo había bautizado Armin.

Debo contar que hizo viajes a Trelew, el suegro le decía;

– no te da vergüenza-, pero él contestaba con una risa cautivadora. La locura duró más o menos nueve o diez meses, aprovechaba salir con lluvia y mal tiempo, quizá se sentía un aventurero pionero o quería demostrar que no temía a los problemas.

El destino que tuvo el “Churumeque”, fue vendido y anduvo por los pagos de Pedro Luro. Después de esto compró una camioneta Chevrolet, último modelo, negra (1950).

 

Fragmento libro Recuerdos de Camarones y su gente” de Isabel y Víctor Heiken

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