miércoles, 11 de diciembre de 2024

Durante mis largos años de actuación en el campo tuve la oportunidad de tener muchos caballos como silleros y por supuesto que los hubo muy buenos, verdaderos pingos en los cuales era una satisfacción montar. Nombrarlos a todos me sería algo difícil, pero comenzaría con el que fue de mi propiedad, cuando estaba un alazán que compré en la estancia “San Jorge”, a Don Carlos Aguirre.

El alazán, en araucano lo conocen como Pampa, en Brasil: castanho y en alemán: Dunkuelfuchs (zorro marrón). Según Don Pedro de Aguilar, en su “Tratado de su caballería de la jineta” (1572), manifiesta que los alazanes son frecuentemente coléricos, ardientes y veloces.

Lo compré especialmente para cazar chulengos y le puse el nombre de Pregel (sinvergüenza). Estos nobles animales, verdaderos compañeros de trabajo, muchas veces exigidos al máximo para tratar de alcanzar animales en loca carrera. Cuesta abajo o cuesta arriba, saltando zanjones imprevisibles o entre espinosos matorrales.

En una oportunidad una espina de molle atravesó mi bota y quedó incrustada profundamente en la pierna derecha y nunca la pude sacar. TACHERO, CALANDRIA, CHINO, FIRULETE, TRAPITO Y LUCERO un oscuro cruzado que era de mal genio cuando lo montaba otro que no fuera yo.

En una ocasión cuando regresé al casco después de andar todo el día y cuando iba a sacarle la montura, aparece mi señora con Rolando que era chiquito, tendría unos tres años, y me pide que lo deje montar para dar vueltita…. Accedí, pese a que anticipé que Lucero había tenido una buena fajina. No hice más que ponerlo sobre la montura y el animal comenzó a corcovear tirando a su pequeño jinete. Gran madre, que corrió con el niño en brazos para darle un poco de agua.

Yo mientras tanto le había sacado la montura y me disponía a llevar a Lucero a la caballeriza, cuando ya corría a mi encuentro Rolando que quería llevarlo él, al tiempo que decía “Potro de m…. casi me tira…”

Pero esto no fue todo porque detrás de Lucero caminaba una chiquitina, hija de la doméstica de los Tschudi, que en forma imprudente tocó el corvejón del caballo cuya reacción fue una patada, que por milagro no dio en la criatura al caer anticipadamente.

El último de los pingos fue un zaino, nacido en “San Jorge” y amansado por un famoso y muy buen domador D. Feliciano Llanquinao.

Ya de potro y antes de ser amansado este animal era el que iba a la cabeza de la potrada y yo al verlo en el campo en toda su apostura lo bauticé “CACIQUE”,

Cuando me hice cargo de la administración de “La Maciega” le pedí al amigo Armin Tschudi este sillero, a lo que accedió con la condición que si me retiraba de esa Estancia, el animal volviera a “San Jorge”. Terminó su vida ya viejo, pastando en buen potrero y con buen agua para reunirse en “Trapalandia” con los ya nombrados y muchos otros.

Siempre tuve para los caballos el gusto de acariciarlos cuando desmontaba y le limpiaba la legaña de sus ojos, respondiendo ellos, esta forma de afecto con un empujoncito de su hocico contra mi espalda.

También tengo el recuerdo de cuando era ayudante de Administrador en la estancia Cañadón Grande, con Kenneth Mackenzie. Algunos pingos buenos y otros no tanto, aunque el tiempo cura las heridas y los malos ratos pasados. Era fines de julio cuando el Administrador Sr. Mackenzie me dice que lo acompañe a su campo de Sierra Nevada, iríamos de a caballo si El hombre que me asignó el caballo que yo debía ensillar, no se lo hizo con aviesas intenciones, la cuestión es que el oscuro tapado me resultó bellaco ya en el momento de ponerle la montura, empezó a corcovear, una vez tranquilizado lo llevé de tiro hasta la entrada del potrero, y luego buscaría el sillero D. Kenneth.

Montar el animal y comenzar a corcovear fue todo uno. Como lo hacía en círculo, traté que saliera disparando pero no fue así… y aquí viene la incógnita y fruto de mi inexperiencia en jineteada, traté de desmontar y al apoyar mi pierna derecha en el suelo, sentí la doble fractura de tibia y peroné.

Fragmento libro “Recuerdos de Camarones y su gente” de Isabel y Víctor Heinken

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