lunes, 16 de junio de 2025

Relaciones interétnicas en torno a Patagones

Los pampas no sólo vendieron a los españoles las tierras del valle inferior del río Negro para que pudieran establecerse, sino que les facilitaron la instalación del Fuerte de El Carmen en 1779 y contribuyeron a su consolidación durante sus primeros años. En 1784, Francisco de Viedma se jactaba en la memoria dirigida al virrey, de las buenas relaciones que habían sabido conseguir con los indígenas, y cómo habían contribuido éstas para el éxito del emprendimiento, el que según refería, “estuvo exento de las calamidades que sufrieron otros [establecimientos hispánicos], por sus excelentes aguas, abundante caza, y ganado vacuno con que nos socorrieron los indios…”. En la Patagonia, como en otras partes de América, los europeos sólo pudieron hacer pie y mantenerse merced a la voluntad de las sociedades originarias que así lo permitieron. Así lo exponía claramente, cuatro décadas después de la instalación del fuerte, el cacique Dedue de los tehuelches en un parlamento realizado en la década de 1820 cerca de la sierra de la Ventana:

“… no dudo de las buenas intenciones del Señor Comandante [del Fuerte de El Carmen)… a mas que la situación de Patagones en medio de la nación chehuelchu lo obliga a vivir en buena inteligencia con nosotros. Dios haga que este estado de paz sea eterno”.

Si por un lado -como señala el cacique- Patagones veía muy comprometido desde el punto de vista defensivo por su ubicación, ésta le resultaba a la vez muy ventajosa para los intercambios. Situada sobre el río Negro, área fronteriza entre las regiones patagónica y bonaerense, próxima al nudo de caminos indígenas de Choele Choel, con un puerto que posibilitaba su comunicación directa con Buenos Aires por vía marítima, reunía las condiciones ideales que la erigirían en la plaza comercial por excelencia de la región.

Los indígenas proveían a Patagones de ganado proveniente de los malones que daban en otros puntos de la frontera, pero también de su actividad pastoril. Si bien en un principio estaba destinado al consumo de los pobladores maragatos, a partir de lo década de 1820 comenzó a ser destinado a los establecimientos saladeriles para su manufacturación. La salazón y exportación de carne transformada en tasajo producía excelentes ganancias, ya que se partía de una materia prima comprada a muy bajo precio, sal obtenida de forma prácticamente gratuita y relativa abundancia de mano de obra. La creciente producción y uno y exportación de carne salada, a la que se sumaba la de sal, dinamizaron la economía de Patagones, promoviendo la mejora en el número de las comunicaciones marítimas y el desarrollo del comercio. Esto repercutió favorablemente en otras ramas de la economía, como por ejemplo la agricultura, actividad que no habla encontrado un mercado razonable a causa de las deficiencias padecidas en las comunicaciones marítimas durante las primeras épocas. También promovió el aumento de los intercambios con los indígenas, tanto en cantidad como en variedad de productos negociados, Así, además de crecer el número de cabezas negociadas, rubro prácticamente excluyente hasta la década de 1810, también aumentó el volumen de otros productos provistos por los indígenas, como jergas pampas, ponchos, torzales, plumas, cueros y pieles de animales patagónicos. Por su parte, los comerciantes de Patagones, notoriamente beneficiados por el crecimiento comercial, surtían a los indígenas de los denominados “vicios”: aguardiente, tabaco, porotos, azúcar, yerba, etc., y también bayetas, objetos de hierro, naipes y chucherías. Al aumentar los intercambios, las estadías de algunos grupos indígenas “en las afueras de la aldea se prolongaron e incluso, a la partida de algunas tribus, parte de sus integrantes quedaba en el campamento ejerciéndose una especie de rotación”, por lo que “Patagones adquirió para los tehuelches una importancia que superaba el ámbito de los intercambios, para jugar un rol nada desdeñable en sus estrategias sociofamiliares”.

Fragmento libro “Chupat-Camwy, Patagonia” de Marcelo Gavirati

 

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