El empresario pesquero Raúl Cereseto planteó una mirada crítica hacia su propio sector al afirmar que, en muchos casos, “la industria pesquera vive de espaldas a la sociedad”. La expresión apunta a la falta de vínculos entre la actividad pesquera y la comunidad, especialmente las generaciones más jóvenes.
“Siempre nos quejamos de que los chicos viven de espaldas al mar, pero también somos nosotros los que no construimos puentes con la sociedad”, advirtió. En ese sentido, destacó la experiencia que comparte junto a Gustavo González, en el marco de la Cámara de la Flota Amarilla (Cafach), con charlas en escuelas donde ya alcanzaron a más de 1.900 estudiantes. “Nos encontramos con un nivel altísimo de desconocimiento. Los chicos no saben que en Argentina se pesca langostino, calamar o merluza, ni que la pesca genera miles de empleos”, relató.
Cereseto remarcó que la industria pesquera ofrece oportunidades mucho más amplias que embarcarse en un buque. “Hay toda una cadena de valor: servicios navales, reparación, redes, mecánica, construcción de embarcaciones. Sin embargo, esos oficios se han ido perdiendo y hoy, cuando tenemos un problema mecánico serio, tenemos que traer técnicos de afuera. Mientras tanto, los barcos que se renuevan en Rawson se construyen en Mar del Plata porque aquí no tenemos desarrollo naval”, señaló.
El empresario también hizo hincapié en la necesidad de instalar un mayor consumo de pescado en el país. Recordó experiencias de donaciones de merluza —tanto en los años ochenta como en la pandemia— donde la población “no sabía cómo procesarla ni cocinarla”. “Existe un mito de que el pescado es caro, pero vengo comparando precios desde hace cuatro meses y está entre un 30 y 40 por ciento más barato que la carne. El problema es cultural: el argentino se identifica con la carne vacuna y el pescado no tiene espacio ni en los programas de cocina”, explicó.
Sobre el aspecto ambiental, defendió los avances del sector: “La pesquería de Chubut es la única del país certificada bajo estándares internacionales. Después de nueve años de trabajo se implementaron prácticas responsables. No somos perfectos, pero en comparación con antes, hoy somos Suiza pescando”.
Para Cereseto, el desafío inmediato es doble: sostener la sustentabilidad del recurso y, al mismo tiempo, acercar la pesca a la sociedad. “Hay que formar a los más jóvenes, mostrarles que el mar no solo es parte de nuestra identidad, sino también una fuente enorme de desarrollo y oportunidades”, concluyó.