domingo, 6 de julio de 2025

Como sucediera en 1867, a fines de 1871 la Colonia se volvía a enfrentar a lo que parecía ser su última oportunidad. Agravando aún más la situación, la cosecha obtenida en enero de 1872 resultó de sólo 13 toneladas, inferior aún a las 16,5 obtenidas el año anterior. La mala situación de la Colonia volvió a ganar espacio en la prensa porteña, especialmente en el River Plate Mail; lo que generaba un clima de desaliento, propicio para su traslado, como el que reinaba antes de la llegada de la Cracker. Dentro de ese contexto, en febrero de 1872 el gobernador de la Provincia de Buenos Aires le planteó al Ejecutivo Nacional la posibilidad de trasladar los colonos a terrenos de su jurisdicción:

“Se ha informado a este Gobierno que la Colonia Galense, situada sobre el Río Chubut, desengañada de poder prosperar en el punto que ha elegido para su establecimiento, está dispuesta a abandonarlo definitivamente. Se le ha asegurado también que, si este Gobierno le proporciona en la Provincia las tierras necesarias para el cultivo y mantención de cada familia de las que forma la citada Colonia, la preferirían sobre cualquier otra.

Deseoso el Poder Ejecutivo de traer a la Provincia este elemento de civilización, al mismo tiempo que llenar un deber de humanidad favoreciendo a estos colonos que, según informes fidedignos, están sufriendo toda clase de padecimientos por la extrema escasez de sus recursos, y la dificultad de proporcionárselos de otro modo, ha tomado en consideración las propuestas que se le han hecho con este objeto; pero no conociendo los compromisos que esta Colonia tenga con el Gobierno Nacional, ha creído de su deber, antes de adoptar cualquiera resolución dirigirse a VE para pedirle se sirva indicarle la situación de dicha colonia respecto de la nación.” (AGN, EMI 1872-1, Exp. 141)

El presidente Sarmiento considera que el mantenimiento de la colonia es muy oneroso

El presidente Sarmiento tomó la propuesta del Gobernador como un puente de plata para quitarse de encima la Colonia, ahorrándose así los fondos que implicaba mantener el lejano emprendimiento, manutención que le resultaba sumamente onerosa ya que nunca la había apoyado de buena gana, y eludir a la vez los costos políticos y diplomáticos que le hubiese implicado dejarla simplemente perecer. Dos días después, respondió por medio del Ministro del Interior que:

“… el Sr Gob hará un gran beneficio a la Colonia del Chubut, proporcionándole un terreno en el interior de la Pcia donde esos inmigrantes puedan trabajar con mejor suceso.

La Colonia desde su primera fundación, se ha mantenido únicamente por auxilios pecuniarios que hasta estos últimos meses le ha proporcionado el Gob Nacional generosamente, dispensando a la Colonia de toda obligación que por esos actos podría contraer.

Así, Señor Gob, esa Colonia está absolutamente libre de todo compromiso hacia el Gob y puede aceptar el terreno y las condiciones que acuerde con VE.” (Ídem)

La celeridad y el tenor de la respuesta hacen pensar que en realidad el presidente estaba esperando la nota del gobernador. Este accionar estaba en línea con su política de desalentar los emprendimientos al sur de Patagones, sobre todo los que implicasen el otorgamiento gratuito de tierras o subvenciones para su manutención, tanto a colonos como a grupos indígenas. En tanto que el accionar del gobernador de Buenos Aires podría responder a intereses de los comerciantes y hacendados de Patagones.

Los interesados en lograr la relocalización de la Colonia del Chubut procuraban influir sobre la opinión pública y el Gobierno, difundiendo alarmantes versiones sobre su situación en los periódicos. También recurrieron a ardides destinados a desalentar la llegada de barcos al Chubut, haciéndoles creer a sus armadores que el traslado de la Colonia era inminente, como sucedió con la nave Maggie. Dentro de este contexto, Michael D. Jones denunciaba desde Gales que:

“… la verdadera causa es que la gente de Patagones está perdiendo el comercio indígena, porque los galeses tratan mejor a los indios, y los propietarios de campos de Patagones quieren que los emigrantes galeses trabajen sus campos; y es su capital el que maneja la prensa en B. Ayres”.

El líder galés, el que desde un comienzo había apreciado las ventajas del comercio con los indígenas y la importancia de incentivarlo para favorecer el éxito de la Colonia, también era consciente de la disputa sobre el mismo por parte de los comerciantes maragatos. En este sentido trataba insistentemente de inducir al destinatario de su misiva – Thomas Bembow Phillips para que se instalase comercialmente en la Colonia, carente hasta el momento de almacenes, entusiasmándolo con los beneficios que podían reportarle el comercio de plumas y quillangos.

Fragmento del libro “Chupat-Camwy, Patagonia”, de Marcelo Gavirati

 

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