A mediados de 1810, Barrancas Blancas fue escenario de uno de tres combates en los que se enfrentaron manzaneros y tehuelches de las etnias Chuehuache Kenk, Aóni Kenk y Gününa Küne, que culminaron con el fin de la supremacía de los tehuelches sobre los manzaneros.
Los tehuelches atacaron y vencieron a los manzaneros en las inmediaciones del lago Nahuel Huapi (sur del Neuquén); luego regresaron al sur levando cautivas a las mujeres de los vencidos. Entre tanto, los manzaneros al mando del cacique Paillacán, consiguieron refuerzos en Chile y partieron tras los atacantes.
Tras veintiséis días de persecución, alcanzaron a los tehuelches que acampaban en un paraje denominado Barrancas Blancas (“Leuke”, en tehuelche meridional), en el curso superior del río Senguer (unos 5 kilómetros al este del actual pueblo Alto Río Senguer). Durante la noche los manzaneros y sus refuerzos, les sustrajeron los caballos y al amanecer los atacaron con las armas de fuego que les proveyó un colono de la localidad chilena de Valdivia. Los tehuelches sufrieron una derrota devastadora.
A ese combate le siguieron el de Shótel Kaike (“allí hay puntas de flecha”) o Piedra Shótel (paraje rural situado unos 30 kilómetros al sur del pueblo José de San Martín, sobre el valle del arroyo Genoa), en el que se enfrentaron manzaneros y tehuelches meridionales (Aóni Kenk). Entre los sobrevivientes que fueron tomados prisioneros se encontraba Guetchanoche, el abuelo del cacique Manuel Quilchamal. El último combate fue el de Languiñeo (“Lugar de los muertos”), en el noroeste del Chubut, en el que se enfrentaron manzaneros y casi 400 tehuelches septentrionales (Gününa Küne y Chehueche Kenk). Los tehuelches perdieron a 200 de sus hombres y fueron definitivamente derrotados tras varios días de combate. Entre los que fueron tomados prisioneros se encontraba Kajsthá, el padre del cacique Sacamata. Según Antonio Garaglione, etnólogo inédito y antiguo poblador del pueblo Alto Río Senguer, el poderoso cacique Chocorí comandó a los manzaneros en el combate de Languiñeo. Algunas versiones señalan que los manzaneros requirieron la presencia de los tehuelches en ese lugar con el supuesto propósito de comerciar. Es decir que les tendieron una trampa.

Tras las sucesivas derrotas, los tehuelches comenzaron a ser víctimas de un profundo proceso de mestizaje que años después se vería agravado con la devastadora campaña militar denominada la “Conquista del Desierto” (1878-1885) y el posterior arribo de colonos.
En octubre de 1869, el inglés George Musters, en compañía de los famosos caciques tehuelches Orkeke y Casimiro, fue el primer colono que arribó a Barrancas Blancas, donde encontró los vestigios del cruento combate:
“…Seguimos hasta el río boscoso, donde disfrutamos de la sombra de una especie de abedul y vadeamos el río, que es muy ancho y muy rápido. Unas cuantas millas abajo del vado termina la faja de árboles y en la parte sur hay una agrupación particular al parecer de rocas cuadradas, que a la distancia tiene todo el aspecto de un pueblito regularmente construido y cercado. Los indios llaman Sengel a ese lugar, que fue la escena de un gran combate entre los tehuelches y araucanos hace muchos años y todavía blanquean el llano vestigios de él en forma de huesos y calaveras…” (Musters, 1997)
Diversos testimonios de indígenas e investigadores, dan cuenta de la posible existencia de otros grandes combates, uno en el valle del Chalía (suroeste del Chubut) y otro en el norte de la actual provincia de Santa Cruz.
En referencia al combate del Chalía, Luis Quilchamal, el actual cacique de la reserva tehuelche del Chalía, dijo que en la ocasión del combate sus ancestros le tendieron un cerco a sus enemigos, con lo cual consiguieron aniquilar a cerca de 50 individuos”. Según Oscar Payahuala, sus ancestros le refirieron que dicho combate sucedió en 1885 entre tehuelches y una columna de los “Rifleros del Chubuť” que se intemó en el valle del Chalía. El libro de Fontana, que da cuenta de la expedición, sólo comenta que una columna se internó en dicha zona. Según diversos testimonios, en la dècada del 40 Federico Escalada relevò los esqueletos de los muertos en el enfrentamiento, pero nunca lo dio a conocer.
En cuanto al combate del norte de Santa Cruz, en pampa del Yatel -“piedra ritual”- (unos 50 kilómetros al oeste de la localidad de Las Heras) supuestamente se enfrentaron manzaneros y tehuelches meridionales. Oscar Payahuala señala que sucedió a mediados de 1883, por desacuerdos causados por la “Conquista del Desierto”.
No existen datos precisos acerca de estos dos combates.
Lo concreto es que los combates aparejaron consecuencias devastadoras para los tehuelches. Significaron el fin de la de supremacía de los tehuelches sobre la totalidad del territorio de Patagonia; la disminución numérica de los grupos del norte y centro de Patagonia; la pérdida de territorio hasta entonces bajo su dominio; el comienzo de la penetración de la cultura araucana hacia el sur de la Patagonia -centrado en la lengua-, proceso llevado a cabo por la parcialidad tehuelche precordilerana culturalmente araucanizada y el comienzo de la desaparición de la parcialidad Metcharnuwe.

Durante las primeras décadas del siglo XX, una tribu tehuelche meridional que se aisló del mundo exterior asentándose en el curso medio del río Pinturas (noroeste de Santa Cruz), para de ese modo conservar su modo de vida, aún se mantenía a la defensiva ante lo que consideraban el probable ataque de manzaneros. (Aguerre, 2000) Hoy en día. descendientes de manzaneros recuerdan con orgullo el aplastante triunfo sobre los tehuelches.
Fragmento del libro “La colonización del oeste de la Patagonia central”, de Alejandro Aguado