domingo, 17 de agosto de 2025

En 1932, la UGOP convoca a dos huelgas: en estas medidas no hay participación de los obreros de Astra (esta empresa también controla fuertemente las actividades sindicales) y de YPF. Los obreros de estas empresas habían logrado mejoras sustanciales en las condiciones de trabajo.

En otras compañías privadas, especialmente en ComFerPet, la adhesión es importante y motiva el desembarco de marinos ingleses para proteger los intereses de la compañía de mismo origen:

“Esto fue en mayo de 1932, los ingleses trajeron una nave para proteger sus intereses y bajaron los marinos y vivieron en el edificio de cine, que se crea en 1927 para gimnasio y después, en 1931, para cine. Estuvieron ahí entre 10 y 12 días. Había dos piquetes: uno de marineros de ingleses de infantería de marina, armados con sus fusiles, y otro destacamento frente a la refinería. Pero no hicieron un solo disparo. Jugaron un partido de fútbol con un equipo de tiro federal. Años después, en 1962, llegó el mismo barco con otra tripulación: como tenía asentado en su libro de bitácoras el desembarco de 1932, pidieron jugar otro partido de fútbol. Bajaron y se divirtieron mucho, sin armas y en forma totalmente amistosa, como Dios manda”, recuerda un exoperario y sindicalista de la empresa petroquímica.

De todos modos, la huelga de 1932 tiene drásticas consecuencias. Según la memoria de Rufino Gómez, las autoridades deportan a más de 1.000 trabajadores y envían a más de 1.900 a la cárcel, incrementando la desocupación existente en el pueblo.

Los cambios políticos tras el golpe de Uriburu son adversos para los conflictos gremiales y los obreros ya no tienen poder de negociación, mientras que el gobierno militar que ha destituido a Yrigoyen reprime fuertemente las manifestaciones, con la deportación de los extranjeros de ideas revolucionarias.

Las explosiones de extranjeros calificados como “indeseables” por los sectores acomodados del pueblo, son una práctica, al parecer, frecuentes en esos tiempos, ya que los diarios de la época hacen mención a la salida de estos personajes de la escena local.

Estos operativos de “limpieza moral” se intensificarán especialmente durante la Gobernación Militar en la siguiente década.

Así, a fuerza de despidos y deportaciones, los movimientos sindicales petroleros entran en un letargo hasta mediados de la década del 40 cuando habrá un nuevo impulso a partir del primer gobierno de Perón, pese a que las ideas de izquierda aun persistirán en ese periodo propugnando una libertad sindical que la Gobernación Militar combatirá con métodos extremos: sutiles, al principio, tratando de impulsar sindicatos paralelos, hasta llegar a un drástico operativo de secuestros y encarcelamiento de dirigentes mediante los tristemente célebres aviones fantasmas

 

Fragmento del libro “Crónicas del centenario”

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