La actividad ha experimentado un fuerte crecimiento en la cantidad de mano de obra, pasando de unas pocas docenas, en 1911, a 1.719 trabajadores y supervisores, a fines de 1919.
En 1917, sobre un total de 1.041 obreros petroleros, sólo el 3,3 por ciento es argentino. Españoles, rusos, portugueses y oriundos de los países balcánicos soportan estoicamente los trabajos de la perforación. Alemanes y austríacos llegan con cierta preparación, por lo que se ubican como capataces, herreros, mecánicos, etc”.
“José Fuchs había salido de la misma escuela que mi padre (en Alemania) y en esa escuela sólo estudiaban las cosas del petróleo. Cuando se recibían, los mandaban por un año a trabajar en un país vecino
También los polacos llegan con experiencia en zonas mineras de su país, con conocimientos sobre la actividad.
Esa alta proporción de extranjeros es un reflejo de la composición social del pueblo de Comodoro Rivadavia.
Las condiciones de trabajo son malas. Desarrollado en un clima hostil, que aguijonea la paciencia y la cordura, más de una vez la arena ha enterrado camiones y conductores.
“En este ambiente desierto, muchos trabajadores empezaron a usar opio, hachís y heroína. El contrabando de drogas prosperó en la región”.
La soledad en un desierto que amenaza con devorarse el alma humana provoca trastornos de salud mental, lo que deriva en muchos casos de locura absoluta:
“La empresa contrató un barco que trajo una jaula para llevarse a los enfermos que, al parecer, eran muchos”.