
La solidaridad no escasea en esta época. La ayuda a los recién llegados, a los que sufren la guerra, a los que quedan varados, a los que tienen problemas no se niega a nadie, según el grupo de pertenencia de quien puede dar auxilio. Pero hay capacidad para responder a casi todos.
Unos pobladores bloqueados por la nieve en Malaspina en el invierno de 1939, son ayudados por la Policía. Una familia sin recursos obtiene un litro de leche y un kilo de carne diarios en la Municipalidad.
Pero también se organizan comisiones para ayudar a las víctimas de la Guerra Civil Española primero y de la Segunda Guerra Mundial después. Pero más cerca, hay necesidades a las que los comodorenses no son ajenos.
El 30 agosto del 39, el jefe de Policía del Chubut informa que a raíz del desborde de los lagos naturales en Colonia Sarmiento, se ha producido una gran inundación que ha dejado en la indigencia a unas 30 familias, además de las que residen en chacras.
Otra carta de Clodomiro Urtubey, de la misma institución, pide que “se haga lo que se pueda para aliviar en algo la situación de esta pobre gente, ya que nuestra municipalidad nada puede hacer en ese sentido”
Además de ropa y víveres, no duda en solicitar “carbón de petróleo que a ustedes les sobra, pues aquí se ha terminado por completo la leña y sin posibilidad alguna. Pensaba pedir a esa emisora radio U12 para que hiciera un llamado al pueblo para que cooperara en igual sentido, pero no me animo. Soy un convencido que nosotros no sentimos la necesidad de un argentino o no la creemos, tiene que ser un gringo allí acudimos” (sic).
La colaboración de todas las instituciones, comerciantes y vecinos de Comodoro Rivadavia no tarda. El mismo día se remiten, vía ferrocarril, 10 bolsas de harina, 28 kilos de grasa, 60 equipos completos de ropa para niños, fardos de ropa y botas usadas de la comisaría de los yacimientos fiscales.
Fragmento del libro “Crónicas del centenario”