La situación política y económica afecta la zona, con el golpe de Estado de 1930, por el cual renunciara Enrique Mosconi a la Dirección de los Yacimientos Petrolíferos Fiscales; y los efectos de la Gran Depresión se hacen evidentes en los índices de desocupación.
A nivel local, el poder político es ejercido por la tercera intervención, desde 1927. El comisario de Policía de Y.P.F. César Stafforini está a cargo de la Municipalidad al inicio de la década. Se ocupa de atender la “afligente situación de más de 300 personas desocupadas sin recurso de vida y a las que les es imposible, debido a la distancia, trasladarse a algún lugar de trabajo”, según el cuadro de situación que observa al comienzo de la década.
Stafforini suma a sus funciones la gestión de pasajes para desocupados, para que puedan ir a buscar un futuro mejor a otras zonas del país. Con este objetivo, el 7 de octubre de 1931, escribe una nota al administrador Y.P.F., ingeniero Roberto Raventos, pidiendo que le facilite pasajes económicos para ser destinados a quienes no tenían trabajo.
En esa nota, expresa que el objetivo es “permitir a obreros desocupados que pululan en la ciudad, la oportunidad de trasladarse a centros agrícolas del país a fin de que puedan ocuparse en las faenas rurales que se avecinan”. Por diez pesos por cada pasaje, Y.P.F. permitió que estos desempleados se embarquen en los buques tanques que partían desde el puerto local hacia Bahía Blanca y, excepcionalmente, a Buenos Aires.
Raventos no duda en facilitar esta alternativa, atendiendo entre otras cosas a uno de los argumentos del comisionado en la nota respectiva: “el contingente de desocupados viene siendo objeto de alguna preocupación mayor y constituye en cierto modo, hasta un peligro para la sociedad que habita esta localidad y de esos yacimientos, lo que justifica hallarle una solución que en este caso es la más viable”, asegura Stafforini.
Fragmento del libro “Crónicas del centenario”