
“Juana Lienllan era una niña en la época de la mal llamada Conquista del Desierto. Cuando tenía 13 años el ejército argentino la tomó prisionera, y la trasladó con su madre y sus hermanas a Buenos Aires durante un año y medio. Su familia formaba parte de la tribu de los Nahuelquir, al menos desde 1885, cuando estuvieron en los campos de concentración de Chinchinales. Luego se desplazan conjuntamente a Comalla, lugar donde se asentaron aproximadamente diez años, antes de obtener tierra en la Colonia. Finalmente, Juana se encuentra con sus parientes y se casa con Lorenzo Fermín, uno de los primeros pobladores de la Colonia. Ya estando asentados Lorenzo y su suegro Lienllan ‘levantaron sus propios camarucos’. En esos tiempos se realizaban varios camarucos simultáneos en Cushamen y las familias se visitaban para compartirlos. Uno de los hijos de Juana y Lorenzo se llamó Onofre Fermín, quien en la colonia se casó con Marceling Calfupán. El padre de Marcelina, Ignacio Calfupán era cuñado del cacique Miguel Nancuche Nahuelquir, y con su familia también formaban parte del grupo que estaba en Chinchinales. En el año 1920 nació Mauricio Fermín en paraje Vuelta del Río, uno de los hijos de Marcelina y Onofre, que se crio con su abuela Juana Lienllan, cuando su padre se instaló un tiempo en Maquinchao (Río Negro). Posteriormente Don Mauricio contrae matrimonio con Doña Carmen Jones y de esa unión nacen Dionisia, Emilia, Claudia, Rogelio, Verónica y Silvana. El lote que actualmente ocupa la familia les corresponde por la rama de los parientes de Doña Carmen. En el pasado fue Don Julio Marinao, tío abuelo de Doña Carmen, uno de los antecesores de la familia, a quien correspondió este lote, después de que Miguel Nancuche acordara el lugar de emplazamiento en ese lugar de la Colonia”.
Otro de los ejes que articula sus relatos, es el de sus genealogías. En ellos remarcan su grado de parentesco o cercanía con Miguel Nancuche Nahuelquir, y/o la relación con Valentín Saihueque u otros loncos importantes de antes de la conquista. También ponen el acento en las alianzas matrimoniales y de filiación que los hacen parte de la “Colonia aborigen Cushamen”, legitimando de esta forma, su derecho a vivir en las tierras otorgadas por el gobierno.
“En la época de la mal llamada conquista del desierto, Calfupán andaba junto con los Nahuelquir. Don Ignacio Calfupán, padre de Marcelino era cuñado del cacique Miguel Nancuche Nahuelquir y, con su familia, también formaban parte del grupo cuando estaban en el campo de concentración de Chinchinales, cuando corría el año 1885. Luego a todo este grupo de familias los trasladaron a Comallo (Río Negro) donde permanecen por diez años y finalmente llegan todos juntos a Cushamen, cuando le entregan los lotes de la colonia al cacique Miguel Ñancuche. Ignacio Calfupán fue uno de los ancianitos de la zona, nos dicen. Tenía muchos animales, vivía en la prosperidad. Él y su familia estuvieron en otros puntos de Cushamen para luego llegar al paraje Vuelta del Río. La familia siempre resguardó los conocimientos antiguos. Para el año 1994 los abuelos Nicolás y Julio Calfupán levantaron sus camarucos. Herederos de este conocimiento Don Daniel Calfupán levantó posteriormente sus ceremonias. Todos recuerdan hoy las rogativas del año 2000. Segunda (Huilinao) recuerda que Manuela Huenchupan, la abuela de todos los Calfupán, fue desalojada. Ella crio a la abuela Carmen, tamborera y tayilquera desde pequeña. Dicen que cuando niña la abuela Carmen la traen desde la Comunidad Nahuelpan, la traen sin documentos, era muy chiquita y la abuela Manuela la reconoce como hija. Con el tiempo la abuela Carmen se casa con Nicolás Calfupán y tuvieron dos hijos; Pedro y Aurelio. Ambos fallecidos. La abuela Carmen Inalef también recuerda: Carmen y Nicolás eran muy buena gente, trabajaban y criaban sus animales. También sabían hacer rogativa. A eso (la rogativa), hay que seguirla hasta donde le dé la vida a uno. Ella era tamborera. Era muy buena sacando Tayil.”
Fragmento del libro “Lelek Aike”, de Liliana Pérez