
Todo movimiento político reconoce en su origen un momento fundador, habitualmente revestido de heroísmo. Si para el radicalismo es la Revolución del 90, para el peronismo es el 17 de octubre de 1945. Fue el nacimiento de un movimiento popular que carga sobre sí desde ese preciso momento el estigma de una particular relación entre líder y masa que aún hoy es señal de identidad peronista.
El 17 de octubre se convirtió con el tiempo en un mito, gracias sobre todo a la ritualidad y el carácter sacro con que lo revistió el primer peronismo. En esa jornada el pueblo trabajador y humilde, de manera espontánea, salió al encuentro del único que podía interpretarlo y conducirlo: Juan Domingo Perón. El problema es que, con el paso del tiempo, y más aún luego de la muerte del líder en 1974, ese mito original fue vaciándose de su significación original y transformándose en un ejercicio de nostalgia. Parecido destino tuvieron otros símbolos como la marchita, el bombo, o incluso las 20 verdades del peronismo. Lo que no es extraño, porque es lo que suele suceder a los mitos fundadores con el paso del tiempo.
Es que, sin duda, el 17 de octubre fue un momento único en un contexto único, a partir del cual se desenvolvió un proceso revolucionario que, en ese momento, sólo tenía el futuro por delante . Ochenta años después, más bien parece que lo que el movimiento ahora tiene es un pesado lastre sobre sus espaldas, el lastre del pasado. Del 17 de octubre y el peronismo original sólo queda una cáscara vacía que puede ser llenada casi con cualquier cosa: camporismo, menemismo, kirchnerismo, peronismo provincial, lo que se desee. De ese pacto original entre el líder esclarecido y la masa sólo queda –aunque discutido- el acto reflejo de la verticalidad en la obediencia al conductor, y el peronismo primigenio, mítico, se ha terminado por convertir en un aparato de poder, electoralista y clientelista, que se aferra al poder que necesita como el aire para sobrevivir.
Por Gonzalo Segovia, profesor universitario de historia de las ideas políticas.