sábado, 11 de octubre de 2025

El 5 de agosto de 1942 el teniente coronel Napoleón A. Hirsuta, jefe de la Agrupación Militar de Bariloche, y sus acompañantes salvan prodigiosamente sus vidas en un accidente. Atribuyeron su salvación a la protección de la Virgen y como testimonio de agradecimiento hicieron la promesa de habilitar a la veneración pública una gruta en las inmediaciones de los cuarteles.

El acto se concretó al cumplirse el primer aniversario de aquel hecho ocurrido el día de la conmemoración de la Virgen de las Nieves. Con la presencia de un inmenso gentío se bendijo la imagen y se procedió a la inauguración de la gruta que se encuentra a la vera del camino que va al Tronador y El Bolsón, cerca del lago Gutiérrez, frente a la majestuosa y espléndida belleza del paisaje andino que tiene por fondo el cerro Catedral.

La ceremonia estuvo a cargo del capellán del Ejército Pbro. Matías Seitz y desde entonces cada año fue cobrando mayor solemnidad la recordación de esa festividad y las peregrinaciones que se realizan todos los años a ese lugar tan sugestivo se hicieron cada vez más concurridas. Es parada casi obligada de los turistas que se dirigen al Mascardi, Tronador o El Bolsón.

En 1956 un incendio destruyó las instalaciones de la gruta. Inmediatamente el cura párroco, Antonio Garnica, comenzó la obra de reconstrucción. El jefe de la Agrupación Militar y la Administración de la Planta Atómica proporcionaron materiales y mano de obra. Las autoridades de Parques Nacionales se hicieron cargo de acondicionar el lugar reparando lo que el tiempo y el fuego habían dañado.

La bendición y colocación de la nueva imagen, que se efectuó el 4 de agosto de 1957, exactamente al año del incendio, reunió una concurrencia de extraordinarias proporciones, no sólo de Bariloche, sino también de Llao-Llao, Comallo, Jacobacci y otras poblaciones. Fue estimada en 3.000 personas y pocas veces San Carlos de Bariloche había vivido una jornada de tan intenso fervor religioso. Al día siguiente, el 5 de agosto, fiesta de la Virgen de las Nieves, la nieve pedida con insistencia en la gruta para favorecer el turismo de invierno, cayó copiosa como una bendición.

 

Fragmento del libro “La cruz en el lago”, de Clemente Dumrauf

 

 

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