
En junio de 1866 Casimiro Biguá viajó a Buenos Aires para realizar tratativas con el Gobierno argentino. El cacique viajó acompañado por un séquito de una decena de tehuelches, los que andaban por la ciudad vestidos con quillangos que luego trocarían por indumentaria gaucha. Todos ellos comprendían el español y Sam Slick, hijo de Casimiro, también manejaba el inglés. El cacique fue recibido por el Mayor Juan Cornell, al que le manifestó que se encontraba al servicio del Gobierno argentino y que había rechazado los ofrecimientos en dinero y cargos que le había realizado el comandante de Punta Arenas para que se declarase súbdito chileno. También le explicó al Encargado de atender a las Tribus Amigas que, al aceptar la instalación de dicho Fuerte, tanto él como sus caciques principales creían que las autoridades de Punta Arenas respondían a Buenos Aires; pero que, al ser instruido por el capitán Piedra Buena, había variado su pensamiento y viajado con éste a Buenos Aires en 1864 “.. .. para ofrecerse con sus tribus al servicio de este Gobierno y entonces fue que obtuvo su nombramiento de Cacique Mayor y Jefe del Gobierno Argentino, para guardar todas las costas de su dependencia enarbolando en ellas nuestro Pabellón”.
Durante las negociaciones, Casimiro blandió -o Cornell utilizó esto como argumento para convencer al ministro- el peligro que representaba el accionar de Chile para la soberanía y los establecimientos argentinos en la Patagonia. Sin duda, el cacique manejaba muy bien el arte de la política y el de la diplomacia. A la vez que exaltaba su fidelidad a la Argentina, dejaba entrever el potencial riesgo de que pudiese llegar a aceptar las tentadoras propuestas del Gobierno trasandino y cambiar de bando:
“5°. Que a consecuencia (supone el Cacique) de no querer, ni él ni sus Jefes principales ser súbditos chilenos, como pretende el mencionado Gobernador de la Colonia [de Punta Arenas], ni por dinero en oro y artículos de consumo que les ofreció, prometiéndoles que se les racionaría cada trimestre, sabe el cacique que dicho Gobernador ha pedido, pasen a este lado de las cordilleras las indiadas Chilenas de Valdivia y de Arauco, sin duda con el fin de dominar a las tribus Argentinas y después invadir por Río Negro y a la Colonia de la Sociedad de Gales en el Chubut”, Si bien el cacique patagón no había visitado la Colonia Galesa, estaba perfectamente al tanto de su establecimiento y utilizaba esta circunstancia haciendo notar el peligro de que los colonos fueran atacados por “indiadas chilenas”. Incluso, no debemos descartar que haya existido cierta concertación entre Casimiro y el cacique Frances, ya que entre los compromisos asumidos por este último en el Tratado Chegüelcho figuraba la obligación de “[…] convocar y pacificar á los casiques habitantes al sud del río Chubú pº que hagan tratados, y se obliguen, como él se obliga someterse á las autoridades dependientes del Gobi Argentino, constituyéndose súbditos del expresado Gobierno y enarbolando su bandera”.
Es en dicho marco, y ante lo expresado por el cacique a Cornell, expuesto por éste en el punto 5º de su nota al ministro:
“Que, con tal motivo, Casimiro reunió a sus caciques y Jefes principales para advertirlos del caso y afirmarles en que sean súbditos Argentinos y no chilenos y les propuso venir en persona a esta Capital a dar cuenta al Gobierno de todos estos hechos, y solicita al mismo tiempo el permiso para ‘formar un pueblo con todas sus tribus tomando posesión del territorio y puerto San Gregorio en el Estrecho’, cinco leguas [de] distancia de la colonia chilena, ‘a nombre del Gobierno Argentino’. Que si el gobierno lo autoriza para verificarlo; con todas sus tribus indígenas de que dispone hará respetar el pabellón y el territorio”.
La “propuesta” de Casimiro concordaba sugestivamente con el plan elaborado por Cornell, quien como ya vimos- impulsaba la radicación de las tribus a través de este tipo de colonias.
Fragmentos del libro “Chupat-Camwy Patagonia”, de Marcelo Gavirati
