Recorrió Groenlandia, Alaska y la Antártida. Se refugió con un esquimal y plantó la bandera argentina en Malvinas. Más de 40 años arriba de un kayak hicieron que Martín hoy siga persiguiendo sueños, perfeccionarse como profesional y la posibilidad de continuar un legado.
Martín Capllonch es guía e instructor de kayak; tiene 50 años y lleva más de 40 navegando aguas de distintos puntos del mundo.
Es nacido y criado en la localidad de Puerto Deseado, provincia de Santa Cruz. Allí, vivió hasta los 18 años, edad en la que decidió mudarse a la cordillera chubutense para estudiar Ingeniería Forestal.
En diálogo con La Voz de Chubut, repasó cómo se fue formando profesionalmente con el kayak como aliado y cómo llegó a conocer grandes puntos del mundo en el rubro.
En su infancia, Puerto Deseado tenía una población de aproximadamente 5 mil habitantes, según relata. Allí, recuerda que solía ir a la Ría Deseado; “un lugar increíble, donde el agua del océano entra unos 40 kilómetros al continente. Es maravilloso; ahí se abrió mi pasión por el kayak”, agrega, destacando la fauna y la geología del lugar.

“Me acerqué desde muy chico al kayak y hoy me ha permitido recorrer lugares increíbles del mundo, convertirme en guía e instructor”
“En los ´80, a diferencia de hoy, en un lugar tan chico no teníamos muchas opciones para divertirnos. Yo era muy malo en el fútbol; por suerte apareció el kayak, a través del Club Capitán Onetto y luego de una institución que aún existe, que es la fundación Conociendo Nuestra Casa, creada por mi mentor Marcos Oliva Day; un prócer del kayakismo argentino, educador que nos ha marcado de por vida”, asegura Martín, agregando que “esta persona nos ha hecho descubrir infinidad de cosas; el respeto por la naturaleza y el amor por la tierra. El lema de la institución siempre fue ‘nadie puede proteger lo que no conoce y nadie puede amar lo que no conoce’”.
“Recorríamos Ría Deseado y descubríamos el mar con su fauna, la toponimia del lugar. Cuando conoces la historia del lugar, vas valorando y uno empieza a defender más fácil tu lugar. A través de esta fundación, a los 6 años empecé a vincularme con el kayak; luego empecé a competir hasta formarme en instructor de la fundación”

Marcos Oliva Day, junto al Muelle de Ramón en la ría Deseado; mentor de Martín Capllonch y dueño de un legado que el propio entrevistado desea continuar en la cordillera
Toda su familia es oriunda de Santa Cruz. Cuestiones de ocio y vacaciones familiares, hicieron que descubra el Parque Nacional Los Alerces, lugar al que con frecuencia solían ir a acampar. “Esa admiración por el lugar hizo que la familia adquiera una chacra en la zona de Los Cipreses. Ese contacto con el bosque, la madera y los árboles, me enganchó a mí para irme a vivir a Esquel y estudiar Ingeniería Forestal… No terminé la carrera, pero marcó mi pasión por esto que hoy hago”, recuerda.
Al llegar a Esquel, Martín descubrió los ríos, lagos y lugares increíbles para dar rienda suelta a cualquier persona que ama la naturaleza: “Ahí me volqué al kayak de aguas blancas; fui también guía de rafting y kayakista de seguridad. En ese momento aparece Frontera Sur, que es una manera de sintetizar esto que vivía; el amor por la naturaleza y la aventura”.
Frontera Sur es una empresa de viajes y aventura con sede en Esquel & el Parque Nacional Los Alerces con una misión específica: que cada viajero descubra este rincón de la Patagonia Argentina a través de experiencias que lo conecten con el lugar.

“Nunca dejes de aprender”, es el lema que persigue Martín Capllonch en cada una de sus aventuras
El entrevistado recuerda que fue cofundador de la escuela de snowboard del Club Andino Esquel; disciplina que a principio de la década del 2000 no se conocía demasiado: “En ese entonces estuve un poco alejado del kayak, pero ya en el año 2009 sentía la necesidad de volver…”.
En el año 2010, Martín se convierte en Instructor del American Canoe Asociation; organización de deportes de remo más grande y antigua de Estados Unidos: “Soy de los primeros tres instructores de Nivel 4 de Argentina y de Sudamérica; eso me da muchas herramientas porque está buenísimo seguir aprendiendo. Descubrí otras cosas y eso me abrió la cabeza para salir a recorrer el mundo”.

“En 2016 tuve una idea loca… Viajar en solitario a Groenlandia, la cuna del kayak. Fue fantástico en todo sentido… Después fui para Alaska, también en solitario; y desde hace tres años, voy a un lugar en el que todo aventurero sueña estar; la Antártida. Fui en formato de guía polar y obviamente superó todas mis expectativas. Esta cuestión hermosa de descubrir los hielos del mundo. Siempre estuve navegando en lugares fríos, pero como buen patagónico es donde me siento cómodo”
Con el lema “Nunca dejes de aprender” a flor de piel, Martín asegura que cada viaje lo va marcando, con aprendizajes y con anécdotas. En esta línea, es que recuerda un episodio puntual que le tocó pasar en Groenlandia: “Me agarró una tormenta; y después de un par de días en un lugar muy frío donde se me moja todo, termino en un islote, refugiado con un esquimal durante tres días. No hablaba inglés y yo no podía comunicarme, pero la cuestión cultural con ellos fue alucinante; ese intercambio me marcó mucho y fue realmente increíble”.

Otro hecho relevante en la vida de Martín, fue haber podido volver a la fundación “Conociendo Nuestra Casa”, ya como instructor, con experiencia de más de 40 años arriba de un kayak. Allí, pudo capacitar y hacer devoluciones, contar experiencias y compartir conocimientos: “De alguna manera trato de ser inspiración para los chicos que recién arrancan”.
“El kayak me llevó a viajar por el mundo… Lo convertí en actividad empresarial y me formó como instructor y guía… Cruzó mi existencia de una manera más que interesante”

Los mencionados viajes a la Antártida, le permitieron poder visitar las Islas Malvinas y Georgias del Sur; momentos que han dejado una gran huella en su memoria, teniendo en cuenta cuestiones vinculadas a su infancia en la época de la guerra con Gran Bretaña: “Tenemos los recuerdos de la guerra; ha sido muy fuerte remar en estos lugares, estando con colegas o clientes británicos, escuchar la otra campana y entender la posición de la otra parte”.
“Ha sido un placer remar en Malvinas, caminar por sus playas y sacar allí la bandera argentina… Mi papá como médico fue voluntario en la guerra. Tengo recuerdos por estar cerca en el conflicto; yo en el 82 tenía 7 años y hoy lo tengo a flor de piel, fue muy fuerte. Fui tres veces a Malvinas y en cada ocasión se me caen las lágrimas al salir del museo; de chico nos marcó tanto el conflicto, leí muchísimo y siempre fui interesado en el tema. La última vez que estuve me encontré con veteranos y excombatientes; fue interesante compartir anécdotas y la visión del conflicto”

Hoy en día, Martín asegura que sus proyectos van mutando; por un lado, desde lo técnico, estuvo en Estados Unidos iniciando su camino para convertirse en instructor Nivel 5; lo más alto que se puede aspirar en el kayak: “No solo tiene que ver con habilidades técnicas, sino también con mucha sabiduría… Encontré un coach que transmite los conocimientos. El proceso llevará varios años. No hay instructor de nivel 5 en Argentina y tampoco activo en Sudamérica; es todo un desafío”.
Por otro lado, desea volver a algunos lugares que ya visitó y que lo han impactado, como Groenlandia o Alaska: “Quiero hacerlo con mi familia, sueño con eso y estoy tratando de darle forma”.
También, con la empresa Frontera Sur, en el marco de sus 25 años, comenzó una serie de expediciones que tienen que ver con generar experiencia de contacto íntimo con la naturaleza y la historia: “cada uno tiene sus motivaciones, objetivos y descubrimientos… Hicimos la bajada del Río Santa Cruz, que es icónico; y hace poco estuvimos en laguna San Rafael, donde el campo de hielo norte argentino descarga a través de su glaciar en el Océano Pacífico. Fueron dos aventuras de las cinco que tenemos planeadas”.

A sus 50 años, Martín continúa con varios proyectos vinculados al kayak y a seguir formándose como profesional
El último proyecto personal, después de concluir con los anteriores, es, según relata, “tratar de traer la semillita de Marcos Oliva Day, mi mentor, a nuestra zona. La fundación; que, a través del kayak, chicos de todos los estratos sociales y de manera gratuita puedan salir a descubrir su casa, es decir, la naturaleza que los rodea, entendiendo la historia de cómo llegamos a dónde estamos y quiénes somos… Continuar ese legado, sería el moño final; un cierre muy lindo de todo lo que ha sido mi vida arriba de un kayak”.