El 30 de enero de 2003, Raúl “Cacho” Espinosa, empresario pesquero de Puerto Madryn, gresaba a su casa junto a su esposa embarazada cuando alguien lo llamó por su apodo (“Che, Cacho”) desde la oscuridad. Al volverse, recibió un disparo en el pecho, intentó forcejear pero cayó rendido al piso. Espinosa fue trasladado de urgencia al hospital y falleció un rato después de ser internado.
En enero de 2004, el juez ad hoc Juan Eduardo Meani ordenó la detención y captura internacional de Fernando Álvarez Castellano, presidente de Conarpesa, y de su padre, Juan Álvarez Cornejo, acusándolos como presuntos autores intelectuales del crimen.
Elisa Carrió, tras reunirse con Espinosa días antes de su muerte, afirmó que él planeaba presentar pruebas por corrupción vinculando a Conarpesa con el negocio de permisos de pesca, y que había escuchado frases como “iba a matar a Espinosa” atribuidas a Juan Álvarez Cornejo, y también refirió burlas de Fernando sobre esos planes
Tiempo después, el juez Meani denunció haber recibido presiones para revertir las detenciones, lo que lo llevó a apartarse de la causa.
El entonces gobernador Mario Das Neves respaldó públicamente a Meani y pidió que el poder judicial en su conjunto “no se haga el distraído” y apole al juez.