“Salimos de Sarmiento con un tren de carga con vía libre hasta la Estación Escalante.
Al mando iba el conductor Montes de Oca. Cuando bajamos unos 10 kilómetros de Pampa del Castillo hacia Escalante comencé a notar que la locomotora no podía frenar; no soportaba el porcentaje de peso que llevaba detrás.
Con cada aplicación de frenos no se notaba disminución de velocidad, al contrario ésta cada vez era mayor. Entonces le comenzamos a aplicar contra vapor (marcha atrás) y con el silbato se le avisaba al cambista y al guarda que iban en el furgón de cola que aplicaran los frenos de los vagones; con cada intento el chisperío era impresionante.
Las zapatas de freno a cada intento se gastaban más, por el roce con las ruedas.
Estábamos preocupados, íbamos mal, meta contra vapor, meta silbato para el furgón de cola; sabíamos que iba subiendo un coche motor hacia Diadema; aunque íbamos muy rápido yo iba mirando donde tirarme.
Llegando a Escalante agarramos una pequeña subida, en ese lugar aplica como último intento el contra vapor con el peligro de que reviente la caldera.
Allí dominamos la locomotora. Paramos en Escalante y me meto debajo del tren para ajustar las barras del freno que casi se habían desenroscado del todo; las zapatas estaban muy gastadas.
Arreglé los frenos como pude y llegamos sin problemas a Comodoro”
Relato del ferroviario Jorge Gordillo.
Texto del libre “Aventuras sobre rieles patagónicos”, de Alejandro Aguado