Capitán Marzullo
Alvear y el agua para Madryn
Conocí a Marzullo apoyado en la baranda de su hotel, frente al mar en su impecable uniforme de capitán de buque, totalmente de blanco, desde la gorra hasta las zapatillas importadas. No recuerdo haberlo visto jamás vestido de otra manera. Persona de mucho señorío, mundano, correcto, todo un señor, tenía el mejor hotel del pueblo, un edificio de chapa y madera donde todo eral limpieza, todo brillo, todo orden y pulcritud.
Tengo siempre presente de este señor, el día que llegó a Madryn el presidente Alvear. Eran tiempos en que en Madryn el problema del agua potable llegaba a límites angustiosos y, como es lógico, la comuna había hecho innumerables trámites para conseguir que se traiga agua de Trelew, pero sin éxito porque tal obra resultaba costosísima.
El viaje del presidente lo motivó el Ministro de Marina con el fin de hacerle ver la conveniencia de instalar una base naval en Madryn y los municipales de entonces, pretendían entrevistar al presidente para plantearle el problema del agua. Todo correcto hasta el momento que el presidente comenzó a bajar por la escalerilla del buque amarrado al muelle. Hasta ese momento todo era euforia y coraje para solicitar la obra, pero gente pueblerina al fin, comenzó a sentirse cohibida ante la presencia de tan alto mandatario y ninguno se animó a adelantarse a presentar su saludo al presidente y luego presentar a los demás señores de la comitiva municipal.
Fue en ese momento de indecisión donde pude ver agrandarse la figura del capitán Marzullo, ya que no pertenecía al Municipio, pero notando la timidez de los demás señores, se adelantó y tendiendo su mano a Alvear, y dijo simplemente: “Capitán Marzullo, mi presidente”, y no sé qué acto de simpatía surgió que se confundió en un gran abrazo con Alvear. De allí todo fue fácil, presentó a todos y se organizó la caravana hasta la municipalidad; era un día de viento terrible así que el paso del mismo por las calles fue rápido y bastante solitario.
Llegado al Municipio, se organizó un poco más el agasajo al presidente y comenzaron las deliberaciones donde los personajes de Madryn, tal vez por querer utilizar términos ajustados a protocolo o por quedarse un poco cortados para explicar el problema, hacían que Alvear no entendiese lo que querían explicar. Fue entonces donde nuevamente el capitán Marzullo tomó la palabra y con su fuerte voz y su conversar sereno explicó a Alvear el acuciante problema, su solución y todo el largo e inútil trajinar hasta la fecha por parte de los comunales.
Recuerdo que Alvear, una vez comprendido el problema, le dijo a su Ministro de Marina: “Este es un problema de su cartera, ¿Cómo pretende poner una base naval en un lugar donde no existe agua potable? Espero lo tenga resuelto a la mayor brevedad”, a lo que el Ministro contestó sonriente: “Si el señor presidente ya hubiera sacado la Ley de Obras Sanitarias, sabríamos de quien es el problema”, el retruque rápido de Alvear fue: “Usted haga la obra, que yo me encargo de Obras Sanitarias y luego usted le transfiere la obra funcionando”. Y aquí el ruido de los aplausos fue atronador y se dio por terminado el asunto… Y Madryn tuvo agua potable traída de Trelew, con una obra pagada por el Ministerio de Marina aunque la base naval jamás se hizo.
Yo estoy seguro que nadie recuerda la oportuna intervención del correcto y simpático capitán Marzullo, que en definitiva fue quien hizo comprender la situación al Presidente de la Nación y a la postre consiguió el agua potable.
Pérez y García
Periódico Golfo Nuevo
Eran cuñados y tenían en Madryn el periódico “Golfo Nuevo”. Por muchos años tal periódico fue la palabra de Madryn y su zona, la única distracción e información de los pobladores. Buenos periodistas, correctos en sus modales, ajustados en sus juicios pero con el chispeante y gracioso modismo de los españoles. Su periódico es la historia del viejo Madryn, de sus archivos se pueden obtener datos muy interesantes sobre la verdadera forma de vida, comercial y social de una larga época ya pasada de nuestros abuelos.
Los hermanos Caminada
El correo de la península
Se trataba de dos mellizos idénticos, uno se dedicaba a las tareas del campo, el otro hacía el correo entre Madryn y Pirámides. Salía los lunes, hacía noche en “El Desempeño”, el martes salía de “El Desempeño”, hacía noche en Pirámides, el miércoles salía de Pirámides y llegaba al faro de Punta Delgada, el jueves, de nuevo Pirámides, el viernes al Desempeño y el sábado llegaba a Madryn. Este viaje, con la bolsa de correspondencia que le llevaba toda la semana con su vagoneta Studebaker y cambiando la junta de caballos en mitad de camino, hoy se puede hacer en algo más de tres horas con un automóvil común.
Caminada, con puntualidad cronométrica llegaba siempre a la misma hora, no lo atrasaba ni el viento ni la lluvia y siempre cumplió por años y años el mismo recorrido, tanto bajo el sol quemante del verano como las mañana heladas del invierno y siempre llevando algún pasajero.
Pedro Corradi
Ford T para todos
Cuando yo lo conocí, tenía la agencia Ford, en sociedad con Porta, supe por conversaciones de mayores que había llegado a Madryn como chofer de un fuerte comerciante italiano.
Joven emprendedor, cuando consiguió la agencia Ford, se dedicó con empeño a la venta de estos populares autitos. Luego dejando a Porta en Madryn, se radicó en Trelew y vendió tantos y tantos forcitos que llenó de autos toda la zona.
En Trelew incursionó en la ganadería en base a nuevos métodos y a calidad de animales, consiguiendo una de las más acreditadas cabañas de la zona. Como deportistas actuó dentro del automovilismo, donde su comportamiento correcto lo hizo muy querido y respetado.
Falleció a muy avanzada edad, dejando una empresa muy importante y el recuerdo de un correcto caballero, un hombre de bien como comerciante, o deportista, o en su vida privada. Por años será ejemplo de rectitud de proceder.
No caben dudas que los autitos que vendía Corradi fueron maravillosos en su tiempo porque con sus mecanismos sencillos, la gran calidad de sus materiales y el sistema tan seguro de manejo, hicieron a los choferes de entonces. Por ser años de bonanza, tanto para la ganadería como para la agricultura del Valle del Chubut, estos autos estaban al alcance de cualquier trabajador y cumplían, especialmente en la campaña, como medio de comunicación rápido y seguro.