El 10 de junio de 1829, en plena guerra civil entre Lavalle y Rosas, el gobernador delegado de Buenos Aires, general Martín Rodríguez -el gobernador de facto era el general Lavalle- por un decreto refrendado por Salvador María del Carril, para poner a cubierto los derechos de la República en las islas Malvinas y de todas las demás del extremo austral, había creado la Comandancia Civil y Militar de las Islas Malvinas y las adyacentes al Cabo de Hornos designando, mediante otra resolución de la misma fecha, para ejercer el cargo de Comandante político militar a Luis Vernet, “teniendo en consideración las calidades que reúne, […] delegando en su persona toda la autoridad y jurisdicción necesaria al efecto”. Un lamentable desacierto -¿o premeditada selección?- ya que éste estaba asociado con los comerciantes ingleses “interesado en sumar, para su beneficio [personal], a la autoridad económica que ya ejercía desde 1823 cuando se asoció con Jorge Pacheco -la autoridad política y militar del archipiélago-; con lo cual convertiría el lugar en un verdadero feudo”.
El mismo José M. del Carril, que refrendó la designación, “no dejaba de apreciar la dudosa conveniencia de un nombramiento que ponía la autoridad y la justicia en manos del explotador de la concesión”. La actuación de este elogiado personaje, requiere una aclaración en obsequio a la mejor inteligencia de la controvertida gestión que cumplió en el escenario austral: “antes de obtener su cargo de Comandante Político y Militar de las Malvinas había comenzado a entablar contactos con los ingleses, durante el ejercicio de sus funciones no las abandonó, y después de renunciar a su cargo se aprestó a contribuir con los usurpadores en forma directa, aunque les solicitaba «absoluta reserva»”.
Fragmento del libro “Indígenas de la Patagonia”, de Clemente Dumrauf
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Pues al delegado en las islas no le fue muy bien por actuar en defensa de los intereses del país. Sancionó a barcos estadounidenses que pescaban de forma ilegal, y les retuvo las naves hasta que pagaran la multa. Los EE UU mandaron una fragata que atacó a las islas, destruyo su depósito de municiones y apresó a Vernet soltándolo recién en Montevideo. Esto resulto en ruptura de relaciones de Argentina con EE UU por once años.