
La tercera presidencia de Juan Perón, iniciada el 12 de octubre, no transcurrió en un lecho de rosas, puesto que a los problemas del país se sumaban los internos de su Movimiento. El gabinete que lo acompañó estaba integrado en su gran mayoría por peronistas veteranos: Benito Llambí, Jorge Taiana, Alberto Juan Vignes, Ángel Federico Robledo, Ricardo Otero y Antonio Benítez. También estaban en él José Ber Gelbard y José López Rega, reclutados en la década de 1970.
El mismo día en que asumió el gobierno, en la Plaza de Mayo, volantes repartidos anunciaron la fusión de FAR y Montoneros, bajo esta última denominación. Pero el hecho más conflictivo iba a registrarse días después en la ciudad de Córdoba.
En efecto, en la conmemoración del Día de la Lealtad, la intervención de Roberto Quieto y de Mario Eduardo Firmenich, y sus discursos, provocarían duras respuestas de las conducciones políticas y gremiales. Quieto llegó a decir: “… Perón es presidente por ahora, sólo tiene la banda y el bastón de mando…”. Firmenich, por su parte, apuntó hacia la “burocracia” y “la cabeza de los dirigentes”. Las respuestas, en caliente, no se dejaron esperar.
EL RETORNO
El Consejo Superior del Movimiento Nacional Justicialista, cuyas cabezas eran José H. Martiarena, Lorenzo Miguel y Jorge Camus, contestó hablando de la infiltración marxista (por Quieto y Firmenich) y calificando de no peronistas a Cámpora y a Obregón Cano, gobernador de Córdoba. Por su parte, las 62 Organizaciones publicaron un documento titulado: “A los marxistas Quieto y Firmenich”. Luego los órganos de la izquierda peronista (Militancia, Ya y El Descamisado) rechazaron tales acusaciones y reafirmaron sus tesis.
Juan Perón, según sus hábitos, madrugaba para ir a la Casa Rosada. Creó nuevas secretarías en la Presidencia y ubicó al Dr. Vicente Solano Lima al frente de la Secretaría General. Trabajaba más de lo que su salud le aconsejaba y permitía.
El 2 de noviembre, el ministro Gelbard afirmó que no había habido inflación desde el 25 de mayo y que no correspondía aumentar los salarios. El presidente, ese mismo día, habló en la C.G.T., donde dio otra clase sobre “la relación de la política con la organización gremial”. Llamó “un tabú” a la intervención política de los sindicatos y dijo: “Desde que la organización sindical se realiza para convertirse normalmente en un factor de poder, esa premisa es totalmente falsa”, aludiendo a la “no intervención”.
El 7 la Cámara de Diputados aprobó la ley de inversiones extranjeras y un día después Perón confirmó al Consejo Superior del Movimiento, encabezado por el senador Martiarena. Dos días después, el presidente visitó la base de Puerto Belgrano, donde habló a los altos mandos de la Armada.
En la semana del 12 al 19 la actividad política se cruzó con la visita del presidente de Bolivia, Hugo Banzer Suárez; la firma de un convenio de venta de trigo a Cuba; un proyecto de intervención a la provincia de Formosa, y la visita de Perón a Montevideo para firmar los acuerdos limítrofes del Río de la Plata. En los días siguientes, el primer mandatario sufre una caída en su salud. El 13 había hablado, llamativamente, de los golpes de estado, y el 21 haría lo mismo Ricardo Balbín.
En Córdoba, Mendoza y Buenos Aires las tensiones internas del peronismo se proyectaban sobre la vida provincial y prometían una próxima crisis. El 4 de diciembre, el diputado nacional Rodolfo Arce, acusó al gobernador bonaerense Oscar Bidegain de ayudar a grupos marxistas y antiperonistas.
Por esos mismos días, Héctor J. Cámpora había viajado como embajador a México y la vicepresidente, María Estela Martínez de Perón, lo había hecho a Asunción del Paraguay, con el objeto de firmar el acuerdo para construir la represa de Yaciretá-Apipé.
El 13 de diciembre, continuando con sus disertaciones de los jueves en la C.G.T., Juan Perón habló sobre la “relación de sueldos y costo de vida”. Reclamó el equilibrio necesario y les anunció a los trabajadores: “Compañeros: yo les voy a entregar a todos ustedes un plan trienal, y allí ustedes verán cómo estamos, cómo vamos a estar en 1977 y cómo haremos para lograrlo”. Rechazó a “los que quieren lola”.
Seis días después, mediante decreto 776, fue aprobado el mencionado Plan Trienal, el cual fue anunciado el 21 por el propio presidente. Antes, el 20 de diciembre, Perón realizó una conferencia de prensa en cuyo transcurso se refirió a temas políticos y económicos, nacionales e internacionales. También a la delincuencia común y a la “delincuencia ideológica”, e hizo referencias a una conspiración existente. Pero volvió a definirse como “un león herbívoro”.
El presidente cerró el año con su clase a la C.G.T. (el 27), un discurso a los mandos de las Fuerzas Armadas (también el 27) y un diálogo con los periodistas (el 31). En el curso de este último abordó la cuestión de la reforma constitucional, sobre la que mostró especial prudencia: se negó a opinar si debía hacerse en 1974 o 1975, y sobre la duración del mandato.
Fragmento del libro “Historia Argentina”, de José María Rosa