Conocé la historia de “Cielos de Gualjaina”, emprendimiento familiar que convierte la adversidad en innovación, elaborando vinos únicos que reflejan la historia, la espiritualidad y la sustentabilidad de la región.
Cielos de Gualjaina es un emprendimiento familiar liderado por Mariano Miretti, winemaker y fundador del proyecto, junto a sus hijos; Simón Miretti, encargado de bodega y del manejo del viñedo, y Sol Miretti, estudiante avanzada de sommellerie, responsable de relaciones comerciales e institucionales.
Alejandra González, madre de la familia, acompaña el proyecto desde sus inicios, y hoy cumple un rol clave en la gestión administrativa y en el acompañamiento de las distintas tareas del equipo, según el momento del año.

La familia Miretti es originaria de Ingeniero Maschwitz, Provincia de Buenos Aires. En diálogo con La Voz de Chubut, sus integrantes recuerdan que en el año 2003 se trasladaron a la Patagonia, y en 2006 Mariano comenzó a trabajar como docente en la Escuela de Gualjaina. En 2008 se sumó Alejandra —madre de la familia— y en 2010 la familia completa se radicó en la localidad, cuando Mariano asumió un cargo directivo en una escuela rural.
Motivados por el deseo de contribuir a un cambio de paradigma económico y productivo en la región, en diciembre de 2012 Mariano y Alejandra decidieron plantar las primeras 2.000 plantas de Pinot Noir, un sueño que se vio frustrado al año y medio por las condiciones climáticas extremas, la falta de infraestructura adecuada (cortinas de álamos, sistema antiheladas) y la inexistencia de experiencias previas de vitivinicultura en la zona. Lejos de abandonar, la familia encontró en la resiliencia una de sus mayores fortalezas.

Las condiciones climáticas de la Patagonia siempre son un desafío para quienes afrontan emprendimientos al aire libre
En 2014, retomaron el camino con 300 plantas de Chardonnay bajo el asesoramiento del ingeniero Darío González Maldonado, a través del programa de Intercambio Rural. Desde entonces, la bodega fue creciendo hasta alcanzar hoy 4.000 plantas, de las cuales 2.000 están en producción, elaborando alrededor de 2.000 botellas anuales.

“Cielos de Gualjaina se encuentra en el paraje donde el río Gualjaina se une con el arroyo Lepa, en las afueras del pequeño pueblo de Gualjaina, en plena estepa chubutense. Allí, entre álamos y un suelo desafiante, cultivamos nuestras vides y elaboramos vinos con identidad propia”
Según destacan, el proyecto nace como “un gesto de amor a la tierra y a la comunidad. Fue concebido como un legado; una forma concreta de contribuir a una transformación social y económica en la región mediante una actividad productiva sustentable, integrada con la naturaleza y la cultura”.

Las ánforas son recipientes de cerámica, originalmente de barro cocido, utilizado para la fermentación, almacenamiento y transporte de vino desde tiempos antiguos.
“Emprender en la estepa fue un verdadero acto de fe. Las condiciones climáticas extremas, la lejanía de los centros urbanos, la escasez de insumos y la falta de antecedentes vitivinícolas en la región representaron enormes desafíos”
Sin embargo, esa dificultad de los inicios, también fue semilla para la familia: “de aprendizaje, de innovación y de búsqueda interior. Ser pioneros en esta tierra exigió una mirada profunda y una escucha sensible del entorno”.
Actualmente la familia produce vinos de alta calidad a partir de las siguientes variedades:
600 botellas de Chardonnay
600 botellas de Gewürztraminer
250 botellas de Blend de Blancas (Chardonnay, Sultanina y Moscatel Rosada)
300 botellas de Rosado de Ánfora (Merlot, Pinot Noir y Gewürztraminer)
220 botellas de Ámbar de Estepa, blend de Chardonnay, Gewürztraminer, Sultanina y Pedro Ximénez
Una parte de la producción se cría en ánforas de gres chubutense, acompañadas por cantos gregorianos y geometría sagrada, prácticas que se inspiran en saberes ancestrales sobre la influencia del sonido y la forma en la estructura molecular del vino.
“Esta combinación de método ancestral, espiritualidad y naturaleza da lugar a vinos únicos, que no sólo cuentan una historia, sino que transmiten una experiencia sensible y transformadora”
La dedicación, perseverancia y esfuerzo familiar, hicieron que hoy, los vinos de Cielos de Gualjaina se comercialicen en vinotecas y restaurantes de alta gama en Ciudad de Buenos Aires, Provincia de Buenos Aires, Mendoza, Bariloche, Ushuaia, Puerto Madryn y Comodoro Rivadavia.

El emprendimiento, ya ha tenido destacados reconocimientos por profesionales: “Nuestros vinos han sido destacados por el crítico internacional Tim Atkin con los siguientes puntajes; en 2021, Chardonnay 92 puntos y Gewürztraminer también con 92. Mientras que en el año 2024, el Chardonnay obtuvo 91 puntos, Gewürztraminer 92 y el Blend de Blancas 91 puntos”.
Además, en 2023 fueron presentados internacionalmente en el Encuentro de Slow Wine en Bolonia (Italia), y en eventos en Londres (Reino Unido) y Barcelona (España), consolidando su presencia y prestigio en el ámbito internacional.

“Queremos que Cielos de Gualjaina sea un ícono de integración entre el ser humano y la naturaleza. Nos proyectamos como un modelo de producción agroecológica, sustentable, con vinificación ancestral y conciencia espiritual”
Entre los próximos pasos, la familia prevé la incorporación de energía solar para “avanzar hacia una mayor autonomía energética y coherencia con nuestros valores”.