Al igual que los españoles e italianos, estuvieron entre los principales grupos migratorios hacia la Patagonia desde principios del siglo XX, y aunque se los menciona desde la expedición del portugués Hernando de Magallanes, que contaba entre su tripulación con un importante número de coterráneos. El motín desarrollado en las costas patagónicas fue sostenido por los españoles fieles al rey, y contra los portugueses fieles a Magallanes.
De igual nacionalidad fue el desertor Esteban Gómez, y también Simón de Alcazaba -Alcaçaba-, gobernador de la provincia de Nueva León.
Otro portugués fue José Nogueira que, con su profesión de lobero, logró acumular una importante fortuna en Punta Arenas a fines del siglo XIX.
En 1920, el territorio de Santa Cruz disponía de 8.445 argentinos y 9.480 extranjeros, de los cuales 120 hombres y 16 mujeres eran portugueses -3.637 eran españoles-.
En la naciente población de Comodoro Rivadavia, el primer portugués en llegar fue Sebastián Peral. Unas décadas después se llegó a llamar a la localidad como “Portugal Chico”, por la numerosa colonia de inmigrantes.
En la zona de influencia de Comodoro Rivadavia por 1917, el 3,3% de los trabajadores petroleros eran argentinos, 23.1% españoles y 13,3% portugueses -187 personas-. Un censo de 1926 sobre las nacionalidades de los trabajadores petroleros, daba cuenta que el 25% eran españoles, 21,3% argentinos y 17% portugueses con 574 personas. Para 1929, bajaban a 229 portugueses.
Hacia 1934, este contingente se distribuía: 44% en la misma localidad, 21% en el campamento petrolero de Km 3. 16% en el campamento de Km 8, 9% en la zona de Km 5, etcétera.
El grueso del caudal inmigratorio portugués hacia Comodoro Rivadavia se concentró, aproximadamente, ‘entre 1920 y 1950, y su lugar de origen fue, principalmente, la comunidad de Algarve, al Sur de Portugal. Los ya radicados enviaban remesas de dinero para costearles el pasaje a sus parientes o amigos, método que fue empleado también por los inmigrantes italianos y españoles.
Los portugueses, por lo general, se iniciaban como empleados o dependientes de sus propios paisanos, y a medida que obtenían un mínimo capital y un mayor conocimiento en el negocio, tenían oportunidades de instalarse por cuenta propia.
Al terminar la Segunda Guerra Mundial, el flujo migratorio portugués hacia nuestro país, comenzó a ser cada vez más débil, hasta casi detenerse totalmente.