Las fiestas patronales se realizaban en el mes de septiembre de cada año, venerando al Sagrado Corazón de Jesús. Tenían un sentido de devoción muy especial. Los días anteriores se acicalaban con gallardetes y adornos alusivos los lugares por donde iba a circular la procesión, dependiendo el recorrido de acuerdo al estado de las calles. Para ello, varias días antes, empleados municipales se encargaban de repararlas, lo mismo con las veredas. Una atención especial también recibía la plaza cercada de ligustrina y tamariscos, porque formaba parte para la ubicación de los feligreses.
En la mañana de ese día todo el pueblo se congregaba en la estación ferroviaria para aguardar el arribo del tren especial que trasladaba los fieles de Rawson, Dolavon, Gaiman y Trelew. Allí también venían los alumnos, curas y maestros de los Colegios Salesianos y alumnas de los Colegios María Auxiliadora de Rawson y Trelew. Cuando iba arribando lentamente el tren, se escuchaban las bandas de sus respectivos colegios ejecutando música. Posteriormente en formación marchaban hasta el patio de la parroquia seguidos por quienes fueron a recibirlos. Todos los visitantes eran atendidos por la Congregación Religiosa local de las Hijas de María, colaborando, además, familiares y voluntarios.
Importante era para los pequeños fieles, ese día, participar tomando la Primera Comunión o la Confirmación.
Al mediodía se agasajaba con un almuerzo, por lo general un asado, a los jóvenes alumnos visitantes, maestros e invitados.
La peregrinación generalmente comenzaba en la iglesia ubicada en la esquina de las calles Zar y Belgrano hasta la Av. Roca, luego se tomaba 28 de Julio hasta Zar, para terminar en el lugar desde donde había partido oficiándose, a continuación, una misa celebrada por el Obispo Regional, en la calle donde se hallaba el altar. Muy cerca de allí estaba el palco con las autoridades e invitados especiales.
Terminada la liturgia y los actos principales, se ofrecía un chocolate con masas y facturas en el patio de la parroquia que estaba preparado a tal efecto. Por último, y como acto destacable, el pueblo acompañaba a los visitantes hasta la estación para despedirlos.
Tuve la suerte de conocer al padre Juan Muzio, cura salesiano, que según su historial, allá por 1906, venía los días viernes a caballo desde Rawson a bautizar, bendecir matrimonios, dar misa, visitar los enfermos y retornaba el día lunes.
“En 1909 el padre Juan Muzio viendo que Madryn carecía de asistencia espiritual alquiló un galponcito de 11×2,80 m al Dr. José Martinengo, en la suma de $ 10 mensuales, estaba ubicado en el centro de la manzana 14, estableciéndose allí la primera Iglesia de Madryn. Carecía de piso y para evitar el polvo al caminar, el Padre lo cubrió con una lona prestada por el Gerente del Ferrocarril el Sr. C.T. Alt, a quien le pidió también en donación la primera campana de la estación del ferrocarril, la que fue colgada de un palo ante la entrada del galpón-capilla y así como fue la primera en llamar a los pasajeros del tren, así también lo fue para llamar a los fieles de Puerto Madryn a misa.”
El padre Juan falleció en 1964. Una avenida de Madryn lleva, merecidamente, su nombre. Después lo sucedió el padre Constantino Saiz y posteriormente el padre Bher.
Fragmento del libro “Nostálgico Puerto Madryn”, de Pancho Sanabra