
En 1881, Juan Finoquetto fue nombrado comisionado nacional y como primera medida decidió desautorizar al consejo de la colonia, declarando sus acciones y medidas ilegales. Toda la autoridad pasó a estar concentrada en la figura del comisionado, y ninguna transacción, por insignificante que fuera, tenía validez sin su firma. Los colonos protestaron pero sus quejas fueron desoídas. Finoquetto hizo circular rumores, que registró la prensa argentina, sobre eventuales alianzas de los galeses con los indígenas para desafiar al gobierno argentino. Se llegó a decir que los colonos habían proporcionado armas a los indígenas con las cuales enfrentar al ejército argentino. Llegados a este punto, los colonos decidieron, el 18 de diciembre de 1882, mantener una reunión con objeto de tomar medidas. En ella se aprobó mandar otra delegación ante el gobierno argentino, no proporcionar ayuda ninguna al comisionado a la hora de hacer el censo nacional que se le había encomendado, y volver a dirimir sus disputas ante el magistrado de la colonia, negando la legitimidad del comisionado.
Ante esta situación la reacción de Finoquetto no se hizo esperar. Mandó llamar a Lewis Jones para que declarase y éste así lo hizo, reconociendo que las medidas tomadas en la asamblea habían sido aprobadas por unanimidad por todos los colonos. Firmó la declaración y fue informado de que quedaba detenido por conspirar contra las autoridades argentinas. Los colonos inmediatamente se reunieron y el encargado del correo fue también detenido bajo el cargo de instigar a sus compatriotas a asaltar la comisaría. El comisionado sabía, según señala el informe, que los colonos no tenían armas. La versión del gobernador Tello es ligeramente distinta y sitúa en el lugar de los héroes al vituperado comisionado Finoquetto, quien ordenó detener a Jones y luego al instigador Berwyn, ante la amenaza de que 100 hombres armados atacasen la comisaría. A continuación les hizo saber que si preferían arriar la bandera argentina primero debían pasar por encima de su cadáver. Ante esto los colonos se dispersaron y los dos líderes fueron trasladados a Buenos Aires.
Allí, Jones y Berwyn permanecieron diez días incomunicados y fueron liberados bajo promesa de comparecer a juicio cuando fuesen llamados. Poco después ambos eran exonerados de todo cargo… después de estos sucesos, el comisionado adoptó una política más conciliatoria y tolerante.