
Se supo que estos galeses devotos ya habían establecido relaciones con personas influyentes en Inglaterra y que había un plan de crear un gobierno propio aquí en el Chubut bajo el protectorado de Inglaterra. Y lo que significa ser un protectorado inglés, eso lo sabe todo el mundo: El suelo africano ha sido impregnado por la sangre y lágrimas a causa de lo mismo.
En el entretanto el gobierno argentino había instalado a un comisario como representante y máxima autoridad administrativa en el Chubut, para gran pesar de los galeses. Solo era cosa de tiempo para que se produjera una explosión. Entonces algún suceso gatilló un disturbio público. Quitaron la bandera argentina del mástil y la pisotearon en la tierra sucia. Los galeses se trasladaron armados hasta el edificio del comisariato. Gracias a la sobria y enérgica conducta del comisario se logró imponer el orden. Ese, un señor Finoquetto, mandó preso a dos de los cabecillas, unos tales Jones y Berwyn. Cuando la furiosa muchedumbre exigió la liberación de los dos presos mediante el uso de la fuerza, el mismo se paró frente a ellos.
“Yo no tengo tropas ni fuerza armada alguna, sino los mandaría al diablo a todos ustedes. Pero fíjense ustedes, allá ondea nuestro estandarte nacional. El camino para llegar a esa bandera, ha de pasar por encima de mi cadáver. ¡Si, mirenla bien, allá arriba flamea nuestro símbolo de la nación!
La gente quedó atónita. Y en verdad se había izado la bandera nacional en el entretanto, ondeando feliz en la brisa como si estuviera saludando desde lo alto, burlándose con malicia.
Se miraron uno al otro, intimidados. Luego bajaron sus cabezas y se alejaron avergonzados, uno por uno. Así terminó la comedia revolucionaria de los galeses en el Chubut.
“En 1881, Juan Finoquetto fue nombrado comisionado nacional y como primera medida decidió desautorizar al consejo de la colonia, declarando sus acciones y medidas ilegales. Toda la autoridad pasó a estar concentrada en la figura del comisionado, y ninguna transacción, por insignificante que fuera, tenía validez sin su firma. Los colonos protestaron pero sus quejas fueron desoídas. Finoquetto hizo circular rumores, que registró la prensa argentina, sobre eventuales alianzas de los galeses con los indígenas para desafiar al gobierno argentino. Se llegó a decir que los colonos habían proporcionado armas a los indígenas con las cuales enfrentar al ejército argentino. Llegados a este punto, los colonos decidieron, el 18 de diciembre de 1882, mantener una reunión con objeto de tomar medidas. En ella se aprobó mandar otra delegación ante el gobierno argentino, no proporcionar ayuda ninguna al comisionado a la hora de hacer el censo nacional que se le había encomendado, y volver a dirimir sus disputas ante el magistrado de la colonia, negando la legitimidad del comisionado.
Ante esta situación la reacción de Finoquetto no se hizo esperar. Mandó llamar a Lewis Jones para que declarase y éste así lo hizo, reconociendo que las medidas tomadas en la asamblea habían sido aprobadas por unanimidad por todos los colonos. Firmó la declaración y fue informado de que quedaba detenido por conspirar contra las autoridades argentinas. Los colonos inmediatamente se reunieron y el encargado del correo fue también detenido bajo el cargo de instigar a sus compatriotas a asaltar la comisaría. El comisionado sabía, según señala el informe, que los colonos no tenían armas. La versión del gobernador Tello es ligeramente distinta y sitúa en el lugar de los héroes al vituperado comisionado Finoquetto, quien ordenó detener a Jones y luego la instigador Berwyn, ante la amenaza de que 100 hombres armados atacasen la comisaría. A continuación les hizo saber que si preferían arriar la bandera argentina primero debían pasar por encima de su cadáver. Ante esto los colonos se dispersaron y los dos líderes fueron trasladados a Buenos Aires.
Allí, Jones y Berwyn permanecieron diez días incomunicados y fueron liberados bajo promesa de comparecer a juicio cuando fuesen llamados. Poco después ambos eran exonerados de todo cargo… después de estos sucesos, el comisionado adoptó una política más conciliatoria y tolerante.
“Chubut a caballo por la cordillera y pampa de la Patagonia central”, de Wilhelm Vallentin