Entre tanto, los tehuelches, que durante de la Conquista del Desierto se mantuvieron al margen del enfrentamiento o actuaron como aliados del Gobierno argentino e integraron escuadrones del ejército –frente a Carmen de Patagones tenía su asiento un escuadrón conformado por unos 400 tehuelches, los que en un principio cumplían la función de proteger a Patagones ante posibles ataques de araucanos-, desempeñándose como baqueanos o combatiendo a los manzaneros de modo voluntario e involuntario, se internaron en los territorios de la Patagonia aún inexplorados por los argentinos. De ese modo pudieron retomar su modo de vida tradicional, y volvieron a gozar de una precaria autonomía.
fueron las tribus que posteriormente jugaron el principal papel en la enconada lucha por la Conquista del Desierto.
Parte de estas tribus a veces fueron aliadas de los cristianos en su acción contra el resto de los indígenas, pero las más de las veces buscaron satisfacer sus intereses tribales […] No todos los indios fueron enemigos declarados del cristiano o de su obra civilizadora; por el contrario, muchos dieron muestras de sumisión y lealtad total, desempeñándose como auxiliares en la paz y la guerra. Ellos son los que la historia registra con el nombre de indios fieles o amigos. […] Posteriormente, en operaciones de guerra se desempeñaron como combatientes, cumpliendo misiones de baquianos, exploradores u otras tareas. Además, su honradez, conducta y oportuna mediación, evitó muchas veces a las autoridades numerosos conflictos con las indiadas rebeldes. (Walther, 1970)
En la introducción escrita por Mauricio Gribaudi en el libro “Indios y Soldados”, del investigador indigenista Julio Vezub, se aclara que desde la perspectiva indígena “los blancos no son percibidos como una etnia distinta y de naturaleza superior, sino como una facción adversaria peligrosamente fuerte contra quien se debe combatir pero con la cual, una vez derrotadas, pueden y deben aliarse […] Perder no significaba el exterminio, más bien el ingreso en una nueva fase caracterizada por la negociación.”
Citando a Vezub: “El sometimiento provocado por la derrota suponía, en los términos de la política indígena, una serie de ventajas paradojales: todo jefe victorioso – blanco o indio- debía sostener su triunfo con la construcción de consenso entre los derrotados. Perder podía significar una nueva provisión de yeguas, dinero, «vicios», o uniformes a cambio de la resignación de autonomía”.
El sometimiento a las autoridades nacionales implicaba la colaboración contra los indios rebeldes, determinación que no admite juicios morales ni la posibilidad de ser pensada en los términos románticos de una «traición». La condición de «rebeldía» era impuesta por una sociedad estatal sumamente activa en la nominación de amigos y enemigos y, desde la perspectiva de la política indígena, esa «rebeldía» albergaba la expectativa constante de un nuevo acuerdo y la oferta abierta para la colaboración contra los «indios rebeldes», condición en la que también podían recaer los anteriormente sometidos” (Vezub, 2002)
De los párrafos transcriptos surge una posible explicación de la colaboración de diversas tribus con las tropas. Otra surge del testimonio brindado por diversos tehuelches: se habrían aliado a las tropas del ejército argentino para combatir a los manzaneros con el fin de tomar revancha por los combates de 1810.
Entre 1883 y 1889, los tehuelches del Chubut residieron o fueron recluidos en Valcheta, Río Negro, donde el ejército argentino había establecido un fortín y una especie de campo de concentración donde se concentraba a las tribus capturadas o que se consideraban rebeldes. Ese es el principal motivo por el cual los exploradores que reconocieron el territorio del Chubut entre 1885 y 1890, se encontraron con un territorio vacío, pero en el que abundaban los vestigios de sus habitantes originales.
Libro “La colonización del oeste de la Patagonia central”, de Alejandro Aguado