El fenómeno del abandono de campos en la provincia del Chubut se expande sin freno desde hace años y golpea con fuerza creciente a nuevas zonas productivas. Así lo advirtió Javier Trucco, vicepresidente de la Federación de Sociedades Rurales, quien trazó un crudo diagnóstico de la situación actual del sector rural: “Ya hace muchos años que desde Arroyo Verde hasta Trelew, hacia el centro, hacia Telsen, la mayoría de los campos están abandonados”, alertó.
Un dato ilustra con contundencia el retroceso: el departamento Telsen pasó de tener 380.000 animales hace dos décadas a apenas 15.000 en la actualidad, una caída del 96%. Esta tendencia se ha extendido hacia el sur, afectando gravemente a la zona de Camarones, donde inciden además otros factores que aceleran el deterioro productivo.
Campos vaciados por empresas y fundaciones
Trucco denunció que buena parte de los campos de la región de Camarones fueron adquiridos o alquilados por empresas vinculadas a molinos eólicos, y luego directamente “vaciados”. Otro actor señalado son algunas fundaciones que compran tierras con el objetivo de promover la fauna autóctona, lo que genera un doble impacto negativo: el desplazamiento de la producción y la sobrecarga de animales silvestres en predios vecinos, en zonas donde muchas veces no hay fuentes naturales de agua.
A esta problemática se suma la ecuación económica: “El valor de la lana no compensa los costos de producción”, aseguró Trucco. El aumento de gastos por el traslado de agua, el mantenimiento de sistemas de riego con mangueras o cañerías expuestas a las inclemencias del clima (heladas, roturas) y la presión impositiva nacional agravan un escenario ya crítico. A pesar del alivio anunciado por el gobierno provincial —que eximió del pago de Ingresos Brutos e Impuesto Inmobiliario por este año—, el dirigente rural recordó que la carga impositiva nacional sigue intacta.
Depredadores, despoblamiento y sarna
La falta de rentabilidad tiene un correlato directo: la caída de la población rural y la reducción de la mano de obra. Esa menor presencia humana facilita el avance de depredadores como pumas y jabalíes, provenientes de Río Negro, que desplazan a especies locales como zorros y afectan a los rodeos.
A esto se suma una amenaza sanitaria que vuelve a escena: un nuevo brote de sarna ovina, resistente a los tratamientos veterinarios actuales. La única alternativa es el baño por inmersión, una práctica abandonada hace décadas y cuya infraestructura ya no existe en la mayoría de los campos. “Los baños de cemento están destruidos o inutilizados. Algunos fueron tapados o usados para otras funciones”, explicó Trucco. SENASA opera con baños móviles, pero la extensión del territorio y el deterioro estructural complican su implementación.
Otro factor que preocupa al sector es el levantamiento de la barrera sanitaria que permitía mantener un estatus diferencial para la producción patagónica. Pese a que el gobierno nacional aseguró que la medida no generaría conflictos con los mercados externos, Trucco reveló que Chile ya anunció el cierre a la importación de carne y material genético desde la región, y que la Unión Europea evalúa suspender compras hasta realizar nuevas inspecciones. Esto, advirtió, podría clausurar importantes canales de exportación.
“La carne con hueso va a entrar, pero no creemos que eso cambie los precios. El consumidor patagónico piensa que va a pagar menos y el productor del norte cree que va a vender más caro. Ninguno de los dos va a tener razón”, reflexionó el ruralista.
Alternativas de producción y esperanza
Pese al panorama sombrío, algunos productores buscan alternativas: iniciativas como la producción de carne de burro en la zona de Punta Tombo, el agroturismo en áreas con atractivo natural o la prestación de servicios vinculados a la minería aparecen como salidas posibles para sostener la actividad y mantener los campos activos.
“Son ideas que hay que observar y acompañar. Hay que ver si se consolidan con el tiempo”, concluyó Trucco, con una mezcla de escepticismo y esperanza. Mientras tanto, el campo chubutense enfrenta una encrucijada estructural, con la urgente necesidad de políticas públicas sostenidas que reviertan el abandono progresivo de su territorio productivo.