El grupo militar de Zapadores y Pontoneros que llegó con el capitán Fliess al yacimiento petrolífero estatal, para hacer frente a las huelgas y que después se instala en Km. 11, da muestras de integración con los trabajadores petroleros y el pueblo. Y así decide, con muy buena voluntad y espíritu deportivo, participar de torneos futbolísticos o amistosos.
El 24 enero de 1932 se disputa el partido entre el club de zapadores y el club Saavedra, para el cual gestiona ante el comisionado municipal doce medallas para entregar a los jugadores del equipo ganador.
El vencedor es Saavedra, pero el capitán de los zapadores, Heriberto Bizallaol, no entrega las medallas. Las devuelve al comisionado junto a una nota donde dice que el club Saavedra “violando todos los reglamentos del fútbol, cuando debía jugar la 2ª división presentó en la cancha jugadores de la superior, y dos jugadores de la 1ª de San Martín y uno de Ameghino (…) el delegado del club Saavedra y el referee no tomaron medidas”.
El capitán del equipo de fútbol de los militares “tampoco retiró su equipo de la cancha, dado el ambiente hostil de los partidarios del club Saavedra que en gran cantidad presenciaron el partido, y con ello evitar incidentes de carácter grave que, dado nuestra condición de militares nos encontramos bajo los rigores de la disciplina, la obediencia, las buenas costumbres y nuestro alto espíritu deportivo”.
Al final de la nota le sugiere que haga lo que desee con las medallas. El interventor César Stafforini no le responde, en cambio, envía las medallas para los jugadores del club Saavedra.
Extraído del libro “Crónicas del Centenario” editado por Diario Crónica en 2001