lunes, 7 de octubre de 2024
Productos del interior en la playa esperando el embarque antes de 1908. Foto: Archivo Histórico Municipal

“Doña Marta se entregó, sin queja alguna, a la obra de levantar la moral de cada uno de su familia”, no es para menos después de perder caballos, gallinas, forraje y herramientas en ese bendito naufragio frente a la costa de este lugar. El buque fondeo lejos de la costa, descargaron los bienes en un lanchón que los acercó al pedregullo de la costa, pero se fue a pique y perdieron casi todo.

Ahí está ella con su marido, Sebastián Peral, la hija y lo que salvaron. Venían desde Flores, Buenos Aires, con destino a la Colonia Sarmiento. Por tanta perdida es que deciden quedarse en Comodoro Rivadavia, estableciendo una herrería en lo que después sería la esquina de Rivadavia y 9 de Julio.

A los miembros de la Comisión de Límites les pasa lo mismo, el 24 de junio de 1902. “Cuando se embarcaron los miembros de esa comisión, reinaba un fuerte temporal… los tripulantes que naufragaron eran 17 y por un largo rato lucharon con las olas… desde el Guardia Nacional llegaron salvavidas y cabos, y así lograron salvarse los náufragos, menos un peón que se ahogó… la mayor parte de las valijas y cajones donde los excursionistas guardaban los documentos que se relacionan con la misión que han desarrollado en el sur, se han perdido, pues aquellos cayeron al aguan y no volvieron a aparecer”.

Sucede que “no hay muelles, la carga y descarga se hace con planchones y los pasajeros son llevados en hombros de los marineros”.

Todos pasan por la misma circunstancia, el Perito Moreno y Coronel Holdich, representante ingles en la Comisión de Límites, los obreros del telégrafo, los del ferrocarril, los ganaderos y los aventureros, hombres y mujeres que durante largos años deben atravesar penosos desembarques.

Extraído del libro “Crónicas del Centenario”, editado por Diario Crónica en 2001

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