lunes, 4 de noviembre de 2024

Massa y Milei mostraron celeridad para adaptarse al nuevo campo de batalla que delinearon los comicios. La victoria ahora dependerá de las gestiones para sobrevolar contradicciones y encantar a sus otrora adversarios de Juntos por el Cambio, del peronismo no kirchnerista y de la izquierda.

El pronunciamiento popular a través de las urnas se encargó de echar por tierra varios mitos que marcaron el tramo pasado de la frenética pelea electoral para llegar a la Casa Rosada. Aún predominan grandes incógnitas, es cierto, y sigue irresuelto el dilema respecto a cómo superar la crisis económica, pero el fin de algunos preconceptos desnudó los términos de la disputa que ya reconfiguró el mapa de poder.

El próximo Presidente surgirá del balotaje entre el oficialista Sergio Massa y el liberal Javier Milei, que se celebrará el próximo 19 de noviembre. Ambos candidatos mostraron celeridad para adaptarse al nuevo campo de batalla que delinearon los comicios y en el que la victoria dependerá de las gestiones para sobrevolar contradicciones y encantar a sus otrora adversarios de Juntos por el Cambio, del peronismo no kirchnerista y de la izquierda.

Por caso, Milei terminó de mostrarse como un jugador político a pesar de la cruzada moral contra la casta que emprendió y que le permitió canalizar los nuevos ánimos de un sector social agobiado por la crisis y que reclama un cambio en el statu quo. Dejó de lado los gritos y los ataques para ofrecerles contención a los desamparados de JPC y, fundamentalmente, del PRO encolumnado detrás de Mauricio Macri.

Milei ajustó la puntería para sus ataques, atento a no herir susceptibilidades y se mostró dispuesto a “barajar y dar de nuevo con el objetivo de terminar con el kirchnerismo”. El libertario dejó en impasse sus principios más extremos, mutó y se adaptó a la nueva carrera donde será relativo su concepto de “casta”.

La otra presunción que chocó en las urnas es aquella que supone una relación directa entre el “bolsillo” y el voto. Milagro para Massa, el también ministro de Economía que aún no logró torcer el rumbo de la indómita inflación y apenas amortiguó cierto impacto en el poder adquisitivo. El tiempo dirá si fueron determinantes sus acciones de asistencia, “plan platita”, según sus detractores, o su campaña para alertar que la opción de Milei representa un “salto al vacío”.

Tampoco hizo mella la indignación que generó el escándalo de Martín Insaurralde y el puntero del peronismo bonaerense Julio “Chocolate” Rigau: el gobernador Axel Kicillof arrasó en su territorio y logró la reelección. Allí se materializó gran parte del derrumbe de JPC, que perdió en distritos clave como Lanús y tuvo que recurrir a la Justicia para tratar de retener La Plata. El kirchnerismo celebró eufórico y hubo mensajes de agradecimiento para Cristina Kirchner. El bastión bonaerense será crucial para defender la identidad no sólo ante la eventual victoria de Milei, sino también de Massa.

Lo que suceda en los próximos días pondrá en tela de juicio un mito que marcó el oleaje de la política argentina en las últimas décadas. Milei y Massa deberán resolver si usarán las ya conocidas consignas de la grieta o una versión aggiornada que despeje las dificultades no sólo para ganar sino para garantizar la gobernabilidad.

Por Leandro Boyer para Los Andes

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