Después de los elogios que le regaló el Fondo Monetario Internacional (FMI) al ministro de Economía de la Argentina, Sergio Massa, por el giro económico que pegó en agosto para bajar el déficit fiscal y proteger los dólares de las reservas, los directivos del organismo también marcaron la cancha para sostener el programa.
El brasileño Ilan Goldfajn, director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, declaró que el éxito del acuerdo está en mantener el “apoyo político” e implementar de “manera sostenida” una política fiscal “asequible” que ayude a los más vulnerables.
“Contamos con una directiva para que el programa con la Argentina ayude a los vulnerables y que el gasto público sea más focalizado en términos sociales y en subsidios”, dijo Goldfajn, y señaló a la cuestión fiscal como determinante.
“Creemos que el programa, si se implementa de manera sostenida con apoyo político, conducirá a la Argentina en la senda correcta. Queremos ver la implementación de lo que ya existe, y las medidas estructurales”, aseguró Goldfajn en una conferencia de prensa durante la Asamblea Anual del FMI y el Banco Mundial.
El apoyo político es algo que también reclamaba el FMI durante la etapa de Martín Guzmán como ministro de Economía. En términos técnicos, pedían la “apropiación” (ownership) por parte de la sociedad del programa, aunque más bien se referían a contar con el respaldo del oficialismo, la oposición, las empresas, los sindicatos y otros actores relevantes.
Hilando más profundo, incluso, miran con mucha atención la posición de la vicepresidenta Cristina Kirchner y el diputado nacional Máximo Kirchner.
ALERTA EN AMÉRICA LATINA
En un reporte especial publicado en su blog, el FMI avisa que América Latina “enfrenta un tercer shock”, después de la pandemia de Covid-19 y la invasión de Rusia a Ucrania, que detonó la guerra en Europa.
Este shock se da como consecuencia del endurecimiento de las condiciones financieras globales por la suba de las tasas de interés de las principales economías para controlar el fenómeno de la alta inflación.
Como era previsible, las nuevas condiciones financieras mundiales determinan una desaceleración del crecimiento económico “mientras la inflación se mantiene alta”, alerta un equipo del Fondo liderado por Goldfajn y conformado por los argentinos Santiago Acosta-Ormaechea y Gustavo Adler, además de la bielorrusa Anna Ivanova.
Las proyecciones económicas del FMI indican que en 2022 el crecimiento de la actividad será de 3,5% sobre el Producto Bruto Interno (PIB) -el anterior pronóstico era de 3%-; mientras que en 2023 la estimación va a 1,7%.
“La política monetaria debe actuar para reducir estas presiones en los precios”, declaró Goldfajn. El brasileño apuntó a la extrema vulnerabilidad de la población latinoamericana, y la vinculó con el crecimiento de las deudas privadas no bancarias.