miércoles, 4 de diciembre de 2024
Gente de la tribu de Quilchamal, 1902. Foto Clemente Onelli

Según el testimonio de viejos pobladores y antiguos colonos, el indígena tehuelche Pedro Silbo, conocido como Martín Platero por su profesión, residió varios años en el vado del río Senguer a finales del siglo XIX.

En 1869, el inglés George Musters conoció a Platero cerca de la desembocadura del río Santa Cruz. En dicho lugar, donde tenía su establecimiento el comerciante y marino argentino Luis Piedra Buena, Musters compartió varias jornadas de caza con Platero.

Algunos años después, en 1875, el Dr. Francisco Moreno lo encontró en la toldería de Sayhueque, el jefe supremo de los manzaneros.

La siguiente referencia es de 1885-1886 y proviene del Coronel Fontana, primer Gobernador del Territorio del Chubut y jefe de la expedición conocida como “Los Rifleros del Chubuť”. Al doblar el codo de un valle, cerca de la precordillera, los expedicionarios descubrieron un toldo:

“… Sin pérdida de tiempo, hice rodear la caballada y las catorce vacas que habíamos tomado antes, y adelantándonos con diez hombres pude cercar los toldos consiguiendo capturar dos indios, dos mujeres y seis niños de dos a siete años. Tenían estos para su servicio, solamente, once caballos y diecisiete perros de caza […] Uno de estos indios se llama Martín Platero, y es platero de oficio, como podía probarlo con algunas piezas de plata que aún no tenía concluidas y con sus herramientas consistentes en una bigornia, dos martillos, limas de varias clases y algunos otros utensilios.

Había conocido a Francisco Moreno cuando estuvo en los toldos de su antiguo señor (Sayhueque) y no quedaba duda de que decía verdad, porque preguntándole respecto a indicios físicos de Moreno, me contestó que era joven, un poco grueso y que tenía vidrios en los ojos. También había conocido mucho antes a Musters. (Coronel Fontana)

El galés John Murray Thomas, uno de los integrantes de la expedición, llevaba un diario en el que consignó lo siguiente acerca del encuentro con Platero:

“…Lunes 14 de diciembre (1885). Dejamos el campamento a las 10 a.m. en dirección al S.S.E. por 3 millas, S.E. 1/2 milla. Cuando vimos una carpa india, no podíamos decir con certeza si alguna otra carpa podría ser vista, pues el primer lote volvió a avisar a los otros. Luego unos dieciocho hombres avanzaron en un galope callado, con la excepción de los dos hombres del Gobernador, que de la manera más imbécil se corrieron hacia adelante y asustaron a la pobre china y a los dos niños que habían sido dejados en el toldo. Resultó que era solamente un toldo con una familia integrada por un hombre, dos mujeres y seis niños; el hombre, un muchacho y una china estaban afuera cazando y la otra china y cinco niños habían quedado en el toldo. Para poder prender al indio nosotros acampamos cerca, pues queremos que nos sirva de baqueano (guía) […] Al cabo de un rato aparecieron los cazadores, pero en vez de acercarse se pararon lejos, mirando hacia el toldo que estaba sitio (sitiado); se mandó a la otra mujer como mensajera de paz, pero pasó una buena media hora antes que se acercaran al toldo, lo que hicieron despacio y con cautela. Por medio del traductor supimos que esta familia, antes de la reducción de los indígenas, había pertenecido a la tribu de Sayhueque. El indio se llamaba Martín Platero; había recibido este nombre en razón de su oficio […] decía que solo él y su familia habían escapado de la barrida que hiciera el ejército argentino dos años antes. Al examinar sus pertenencias se halló que su única arma era una lanza larga y fuerte, en cuyo extremo, como elemento ofensivo, tenía media tijera de esquilar, de borde muy filoso […] Martes 15 de diciembre. Partimos a las 10 a.m. acompañados por el indio y su familia; ellos van al lado nuestro pero muy despacio…” (Veniard)

Como se ve, Platero fue obligado a actuar como baqueano de expedición, para que los condujera al nacimiento del río Senguer. Según recordaba el galés John Daniel Evans, integrante de la expedición, durante la marcha Platero intentó escapar:

“…La expedición marchaba adelante y atrás venia la familia de Martín Platero con rumbo S.O, él andaba muy despacio. A unos 800 metros de los punteros, regresé por él, su actitud era muy sospechosa, tenía la lanza tomada por la mitad y en un descuido arrimó el caballo junto al mío y comenzó a cortar lanza, es la posición más adecuada para la lucha de a caballo. En el acto recordé el episodio del Valle de Los Mártires (miembros de la tribu de Salpú los atacaron de improviso y mataron a los tres compañeros de Evans. El escapó gracias a su caballo Malacara); pero de cualquier forma debía ganar tiempo, tomé mi Remington de la funda que tenía prendida a la montura y le apunté a la cabeza. Le ordené marchar adelante, en caso contrario lo mataría en el acto…” (Evans)

Luego lo desarmaron y no dejaron de vigilarlo. Días después la expedición arribó al nacimiento del río Senguer y descubrieron un gran lago, al que los hombres llamaron “Fontana”,  y como acontecimiento, levantaron un poste para izar la bandera argentina.

A Platero le llamó la atención el poste y preguntó para qué era, a lo que Antonio Miguens le respondió en broma: “Mañana cuando salga el sol te colgaré del pescuezo de la punta del palo”. El 1 de enero de 1886, luego del festejo, descubrieron que Platero, había huido durante la noche. Creyó que cumplirían con la amenaza de colgarlo.

John Murray Thomas dijo al respecto de la huida de Platero: “Viernes 1 de enero. Cuando nos levantamos esta mañana, descubrimos que el indio había huido, lo que nos causó escalofríos…” (Veniard)

Cuando arribaron al sitio donde habían dejado acampando a la familia de Platero, William Lloyd Jones Glyn, otro integrante de la expedición, señaló:

“Llegamos al vado de los tehuelches a la tarde y supimos por el informe de los gauchos que el indígena y su prole habían ganado su libertad una vez más… pienso que el sentir general de la compañía era: feliz viaje para él, sus mujeres e hijos y los quince galgos.” (Veniard, 1986)

Asencio Abeijón, el escritor-cronista de la colonización de la Patagonia central, en su libro “El vasco de la carretilla y otros relatos”, reconstruyó lo que vivió Platero durante algunos años, luego de escapar de la expedición de Fontana:

“La suerte no acompañaba a Platero, porque poco tiempo después, un cacique lo tomó cautivo por más de un año, y luego lo liberó. No tardó en caer en manos de las tropas de línea de Vinter (General Lorenzo Vinter), que lo llevaron cautivo a Patagones. Allá lo halló más tarde Evans, uno de los galeses que lo persiguieron. A este le contó los motivos de su deserción, y que cuando ellos perdieron sus rastros persiguiéndolo, ya lo tenían tan cerca, que él los veía desde unos cerros, y ya llevaba los caballos cansados.” (Abeijón, 1986)

El 27 de noviembre de 1888, los exploradores Steinfeld y Botello lo encontraron en inmediaciones del Valle Alsina, en el río Chubut, cuidando las mulas de un ingeniero apellidado Garzón. Ese día, al intentar cruzar el río, Botello y Steinfeld casi mueren ahogados al ser arrastrados por las aguas. Fueron oportunamente socorridos por unos paisanos que acampaban en el lugar. Platero, que era uno de los que acampaba, les facilitó un caballo para que Carlos Ameghino, el jefe de Botello y Steinfeld, cruzara el río.

Libro “La colonización del oeste de la Patagonia central”, de Alejandro Aguado.

 

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