De repente, cualquier día, podría darse el caso de que se pudieran contemplar los dos trofeos elevados al cielo por alguno de los capitanes de las selecciones ganadoras de un Mundial de fútbol. O, por el contrario, pudiera ser que no existiese ninguna copa original. La historia de la única estatuilla que compite en universalidad con las que se entregan en los Premios Oscar es un apasionante largometraje de vicisitudes y anécdotas.
Lo de los dos trofeos no es una licencia literaria. Ni siquiera una especulación. Es una realidad. El primero de ellos surge del Congreso de la Federación Internacional de Fútbol (FIFA) celebrado en mayo de 1928 en Ámsterdam, donde se aprobó el proyecto del campeonato mundial de naciones cada cuatro años y se decidió que Uruguay organizaría la primera edición en 1930 coincidiendo con el centenario de su independencia.
Un torneo que pretendía ser grandioso necesitaba un galardón acorde a esa importancia, así que el francés Jules Rimet (Theuley, 14 de octubre de 1873 – Suresnes, 15 de octubre de 1956), presidente de la FIFA y entregado impulsor de la creación del Mundial, encargó al orfebre parisino Abel Lafleur la tarea de crear el trofeo. Este acuñó una estatuilla que representaba a Nike -diosa griega de la victoria que aparece con alas- sosteniendo una copa decagonal sobre un pedestal de lapislázuli (gema semipreciosa de color azul) de base octogonal. Medía 30 centímetros de altura y pesaba 3,8 kilos, de los cuales casi la mitad (1.800 gramos) eran de plata de ley chapada en oro. Originalmente se le denominó ‘Victoria’, aunque era más conocida simplemente como ‘Copa del Mundo’ y la FIFA pagó por ella 50.000 francos (7.600 euros) a Lafleur.
Poco después de salir del taller, la Copa emprendió su primer viaje. Muy largo, rumbo a Uruguay, y en un lujoso transatlántico, el Conte Verde. Según relata Alfredo Relaño en el libro ‘Tantos Mundiales, tantas historias’, ese barco «tenía capacidad para 336 pasajeros en primera clase, rodeados de todo tipo de comodidades, 198 en segunda y 1.700 en tercera. Tenía 170 metros de largo, 22 de ancho y desplazaba 18.383 toneladas… El 19 de junio (de 1930) partió de Génova, llevando ya a la selección rumana. Hizo escala en Villefranche-sur-Mer, donde embarcó a la selección francesa y a Jules Rimet, a quien acompañaban su esposa y su hija. El 22 recogió en Barcelona a la expedición belga, que incluía al árbitro John Langenus, que tuvo el honor de arbitrar la primera final. El barco aún haría escalas en Lisboa, Madeira y Canarias antes de emprender la travesía transoceánica. Con Rimet, a buen recaudo, viajaba una joya: la copa… Su primera aventura fue esta travesía, casi recién nacida, en el camarote de la familia Rimet».
El miércoles 30 de julio de 1930 en el estadio Centenario de Montevideo, José Nasazzi, capitán de la selección de Uruguay, fue el primer futbolista que levantó el trofeo de campeón del mundo. La ‘Victoria’ hizo el viaje de vuelta a Europa, donde se celebraron los dos siguientes campeonatos. Italia venció en ambos torneos, el primero (1934) en casa y el segundo (1938) en Francia. En aquella época, el país ganador del Mundial se quedaba con la Copa hasta la siguiente edición del torneo, así que cuando estalló la Segunda Guerra Mundial (año 1939), la preciada joya estaba guardada en la caja fuerte de un banco de Roma.
En una caja de zapatos
Temiendo un posible saqueo y el consiguiente robo del trofeo, Ottorino Barassi, presidente de la Federación Italiana de Fútbol y vicepresidente de la FIFA, acudió al banco y se llevó la Copa. La metió en una caja de zapatos y la guardó en su casa, bajo la cama, hasta que terminó la Guerra (año 1945). Meses después la devolvió y la puso a disposición de la FIFA y de los organizadores del siguiente Mundial, celebrado en Brasil en 1950.
Había sido en el Congreso de la FIFA de 1946 celebrado en Luxemburgo donde se eligió la sede de dicho campeonato de 1950. Y, además, se aprobó llamar oficialmente al trofeo ‘Copa Jules Rimet’ en honor al presidente del máximo organismo balompédico internacional. Ese cambio de nombre pareció sentarle bien a la Copa, que vivió un periodo de tranquilidad hasta 1966.
[17:58, 18/12/2022] Alfredo Difi: Ese año aterrizó en la cuna del fútbol y, paradojas del destino, el robo del trofeo y un inesperado héroe ocuparon cientos de páginas en los periódicos de todos los países. Así, el diario ABC del 29 de marzo de 1966, en su página 107, titulaba: «Un perro, de raza aún no determinada por los expertos, encontró la Copa Jules Rimet». Y firman la crónica, maravillosa, Mercedes Ballesteros y Claudio de la Torre: «La Copa del Mundo ha sido hallada en el jardín de una casa al sur de Londres. Pese al viento huracanado que recorre hoy toda la isla y bate furiosamente las costas del norte, ha podido advertirse claramente el suspiro de alivio que contenían en sus pechos los ingleses desde hace siete días. Eran muchos insultos, algunos en idioma extranjero para mayor escarnio, los que han soportado pacientemente durante la semana».
«La Copa desapareció el domingo, día 20. Ha aparecido ayer domingo, 27. Una semana de pasión futbolística en la que no ha faltado, sin embargo, el buen humor. Una de las caricaturas de estos días nos presenta al árbitro del primer partido, al inaugurarse el Campeonato, que propone a los capitanes de los dos equipos que van a contender: ‘¿Y si en lugar de la Copa nos jugáramos la colección de sellos?’ Y esta colección, expuesta en el mismo lugar de donde la Copa fue robada, se valoró en su día en tres millones de libras. Pero la Copa se ha encontrado. Mr. David Corbett, joven de veintiséis años, avecindado por las orillas del Támesis, salía ayer de su casa, hacia las nueve de la noche, para dar un paseo con su perro Pickles, de raza aún no determinada por los expertos. El propósito no podía ser más sencillo. Todas las noches hacía lo mismo para procurar un poco de ejercicio a su can. Pero el destino le aguardaba en su propio jardín, envuelto en unos periódicos y atado con unas cuerdas. Pickles se detuvo a husmear el destino. Con su instinto de perro sabía muy bien que en los jardines ingleses, pese a haber entrado la primavera, no suelen brotar con frecuencia paquetes envueltos en periódicos. Estas reflexiones coincidieron con el momento en que su amo se disponía a ponerle la correa. Mr. Corbett se inclinó y pudo distinguir también el paquete en la oscuridad. Movido por la curiosidad natural y olvidándose de la prudencia recomendada por la Policía cuando se encuentren bultos sospechosos, rasgó un extremo del envoltorio y vio un objeto negro, la base del trofeo. Sin sospechar aún que tenía entre las manos tan valioso hallazgo, rasgó un poco más y descubrió algo que relucía como el oro. Pudo leer incluso: ‘Brasil 1962’».
Elevada recompensa
«Mr. Corbett volvió a entrar en su casa dando gritos de júbilo, con el paquete en una mano, mientras con la otra acariciaba la cabeza inteligente de Pickles, impulsada por los saltos del animal en señal de satisfacción. La señora de Corbett fue la primera sorprendida ante el entusiasmo de su marido. Este apenas pudo balbucir: ‘He encontrado la Copa. Ahora me darán la recompensa. La encontró Pickles. Le daremos caviar toda la semana’. Mr. Corbett se dirigió inmediatamente a la estación de Policía más próxima. Entregó su tesoro envuelto en periódicos y allí se guarda, desde ayer, no como oro en paño, sino como oro en papel. Pero de la recompensa no le dijeron nada. Lo único que sabe Mr. Corbett es que tendrá que ampliar sus declaraciones. La recompensa había llegado a alcanzar la suma de 6.100 libras esterlinas».
«El valor de la Copa se calculaba en unas 3.000 libras. Vendida al peso, fundida, sólo unas 1.500. y estaba asegurada en 30.000. Para la recompensa han contribuido generosamente los más dispar es donantes: el presidente de un club de fútbol, un actor de teatro, una firma de hojas de afeitar, etcétera. El problema ahora consiste en distribuir equitativamente el premio, ya que si Mr. Corbett ha sido efectivamente quien encontró la Copa, no hay que olvidar que fue Mr. Mears, presidente del Chelsea, el que puso a la Policía sobre la pista del barrio donde ha aparecido, lo que sin duda obligó al ladrón a desprenderse rápidamente del trofeo. Pero lo importante es que haya aparecido y vuelva a ponerse en juego este verano. Así, sobre su significado simbólico, deportivo y material, tendrá ahora el valor imponderable que alcanzan los objetos cuando su historia se enriquece con el misterio o el escándalo».
[17:58, 18/12/2022] Alfredo Difi: Corbett cobró las 6.000 libras y Pickles fue condecorado por la Liga de Defensa de los Animales y una marca de comidas para perros le regaló alimento gratis de por vida. Incluso protagonizó una película, titulada ‘El espía de la nariz fría’. Según cuenta Relaño, «tres meses más tarde, Bobby Moore levantaba la Copa en Wembley. Pickles fue invitado, con su amo, a la cena de celebración final, en la que al perro le dejaron lamer los platos. Scotland Yard, que había quedado en mal lugar, investigó durante algún tiempo y discretamente a Corbett, pensando que él mismo podría haber sido el autor, pero acabó por descartarlo. Pickles murió un año después, en 1967, estrangulado con su propia correa mientras perseguía a un gato, y las agencias rebotaron la noticia al m…
Los capitanes que levantaron el trofeo
1
URUGUAY 1930 José Nasazzi (At. Bella Vista de Montevideo), selección de Uruguay
2
ITALIA 1934 Gianpiero Combi (Juventus F.C. de Turín), selección de Italia
3
FRANCIA 1938 Giuseppe Meazza (F.C. Inter de Milán), selección de Italia
4
BRASIL 1950 Obdulio Varela (At. Peñarol de Montevideo), selección de Uruguay
5
SUIZA 1954 Fritz Walter (F.C. Kaiserslautern), selección de Alemania Federal
6
SUECIA 1958 Hilderaldo Bellini (C.R. Vasco de Gama de Río de Janeiro), selección de Brasil
7
CHILE 1962 Mauro Ramos (Santos F.C.), selección de Brasil
8
INGLATERRA 1966 Bobby Moore (West Ham United de Londres), selección de Inglaterra
9
MÉXICO 1970 Carlos Alberto (Santos F.C.), selección de Brasil
10
ALEMANIA FEDERAL 1974 Franz Beckenbauer (Bayern de Múnich), selección de Alemania Federal
11
ARGENTINA 1978 Daniel Passarella (River Plate de Buenos Aires), selección de Argentina
12
ESPAÑA 1982 Dino Zoff (Juventus F.C. de Turín), selección de Italia
13
MÉXICO 1986 Diego Armando Maradona (S.S.C. Nápoles), selección de Argentina
14
ITALIA 1990 Lothar Matthäus (F.C. Inter de Milán), selección de Alemania
15
ESTADOS UNIDOS 1994 Carlos Caetano ‘Dunga’ (VFB Stuttgart), selección de Brasil
16
FRANCIA 1998 Didier Deschamps (Juventus F.C. de Turín), selección de Francia
17
COREA DEL SUR Y JAPÓN 2002 Marcos Evangelista ‘Cafú’ (A.S. Roma), selección de Brasil
18
ALEMANIA 2006 Fabio Cannavaro (Juventus F.C. de Turín), selección de Italia
19
SUDÁFRICA 2010 Íker Casillas (Real Madrid), selección de España
20
BRASIL 2014 Philipp Lahm (Bayern de Múnich), selección de Alemania
21
RUSIA 2018 Hugo Lloris (Tottenham Hospur F.C. de Londres), selección de Francia
22
QATAR 2022 Lionel Messi (PSG de Francia), selección Argentina
Los detenidos declararon que el trofeo había sido fundido para hacer lingotes de oro por el tipo al que se lo vendieron, un joyero y traficante de oro argentino. Este, en aquel momento cumplía condena por tráfico de drogas en una cárcel de Francia. Cuando volvió a América fue interrogado, pero lo negó todo. Aún así le declararon culpable. La Copa no apareció, pero algunos no se creen que fuese destruida. Sostienen que, como sucede con muchas obras de arte robadas, fue un encargo de alguien poderoso que la quería solo para él.
Finalizado México 1970, la FIFA se había quedado sin trofeo, así que convocó un concurso para la realización de uno nuevo que sería entregado al ganador del Mundial de Alemania 1974. Se presentaron más de 50 propuestas, y la elegida fue la del escultor italiano Silvio Gazzaniga. Representa a dos figuras humanas sosteniendo la Tierra, mide casi 37 cm. de altura y pesa más de 6 kilos. Está hecho con 5 kgs de oro sólido de 18 quilates y tiene una base de 13 cm de diámetro con dos anillos concéntricos de malaquita. Lleva inscrito su nombre, «FIFA World Cup«(Copa Mundial de la FIFA) », y en la parte inferior se van grabando los países que ganan el torneo cada cuatro años. El texto señala el año del Mundial en cuestión y el nombre de la nación campeona en su idioma.
A diferencia del primer trofeo (Copa Jules Rimet), la Copa Mundial de la FIFA no puede ser ganada en propiedad. El equipo campeón solo toca la copa original durante la ceremonia de entrega de la misma que tiene lugar en el estadio una vez que concluye la final de cada torneo. La devuelve inmediatamente y recibe una réplica bañada en oro que puede conservar durante cuatro años, hasta el sorteo de la fase de grupos del siguiente Mundial.
La Copa Mundial ha sufrido también daños fruto de la euforia desmedida de algunos vencedores más entusiastas de la cuenta. Ocurrió con los italianos, campeones en Alemania 2006, y con los germanos, ganadores en Brasil 2014. En ambos casos la FIFA comunicó que había tenido que llevar el trofeo al taller para ser restaurado. Se calcula que una vez celebrado el Mundial de 2038 ya no cabrán más inscripciones de selecciones campeonas en la base de la actual Copa. Por tanto, lo más lógico, es que se encargue la realización de una nueva Copa del Mundo. Sería el tercer trofeo.