El día anterior a jugarse la vida en el Mundial, los argentinos se lo pasaron hablando y recordando a Diego Maradona. Se cumplían dos años de la muerte del Diez y su figura lo envolvió todo. Hubo un acto de recuerdo en el Souq Waqif en el que participaron los campeones del mundo de 1978 y 1986 junto a Gianni Infantino, y también fue protagonista de la rueda de prensa oficial en la que el seleccionador Lionel Scaloni y el delantero Lautaro Martínez intentaron argumentar por qué hay que confiar en ellos en el decisivo duelo ante México. Después del batacazo ante Arabia Saudí otra derrota los deja fuera. El empate podría no valer tampoco. «Ojalá podamos darle esa alegría si nos está mirando desde el cielo», dijo Scaloni en referencia al añorado astro. «Parece mentira que ya no esté», dijo con nostalgia.
El poder de convocatoria de Argentina en este Mundial es extraordinario. Antes del debut, Leo Messi llenó hasta la bandera el generoso auditorio que hace las veces de sala de conferencias. Su ausencia esta vez no impidió que volviera a no quedar ni una butaca libre. La posibilidad de verlos fuera despierta el interés y atrae el morbo. «¿Qué se juega Argentina? ¿Es el encuentro más importante de su historia?», le preguntaron al seleccionador durante una interminable batería de preguntas. «Solo un partido de fútbol, con la tranquilidad absoluta de que quien salga a la cancha va a dejarse todo para darle la vuelta a la situación», respondió. Asegura el técnico de Santa Fe que ya han pasado el duelo por la derrota en el debut, y que ahora les toca mostrar su raza. «Un partido se puede perder. El tema es cómo te levantas. Yo como jugador era así: un patadura, pero iba siempre para adelante».
Después fue el turno del Tata Martino, un seleccionador en otra difícil encrucijada ante la posibilidad de eliminar a su país natal: «Yo sé dónde nací, puedo decir el lugar, las características de mi ciudad, del sanatorio, pero trabajo para México y quiero ganar el partido».
Messi salió el primero al último entrenamiento de la albiceleste, mostrando galones. Luego charló con el propio Scaloni durante unos minutos junto a algunos de sus fieles: Paredes, De Paul y el Papu. «A nivel moral y físico, Leo está bien. No sé de dónde salió que no entrenó ayer», explicó el seleccionador, como si tuviera que administrar una pastilla relajante al conjunto de la población argentina. «Más que nunca necesitamos de sus compañeros y de él. Argentina es diferente a muchas selecciones, es la realidad. Sin perder el respeto a los demás, no es lo mismo jugar un Mundial con esta camiseta».
El partido ante México, que enfrentará también a las dos aficiones más numerosas de Qatar -algún choque ha habido entre ellas sin que la cosa fuera a mayores-, es una apuesta a cara o cruz para Messi. Quién sabe si será su último partido jugándose algo en un Mundial. Él también tuvo un recuerdo para Maradona, una foto de él subida a sus redes sociales sin texto que la acompañase. Tras el corte por la efeméride, hoy él volverá a ser el centro de todas las miradas. De su juego y sus goles depende el estado de ánimo de toda una nación.