Esquel era un pueblo aislado en sus primeras décadas, pero no le faltaban diversiones. La gente desarrollaba una rica y variada actividad social y cultural. A los cines con sus bares, se agregaban los bailes que organizaban los nacientes clubes deportivos y las Asociaciones de colectividades, como “La Española”. Obviamente, en los suburbios había bailes, y el sector masculino acudía normalmente al prostíbulo, a tomar unas copas, bailar, escuchar algo de música y cumplir con las “obligaciones” sexuales.
“Orlo” Giorgía comenta que había muchos bailes todos los fines de semana en lugares de vecindades populares, y otros, como La Española, mucho más serios. Algunos le hacían competencia, como la Sociedad Rural y los clubes de fútbol, pero los restantes eran mucho más baratos y de más bajo nivel. A los bailes más serios, las muchachas iban con sus padres. Pero aun esos lugares, no estaban exentos de problemas: “…una vez en La Española un vecino celoso liquidó a su ex pareja en el baile de un disparo”.
Virginia Méndez recuerda las fiestas, como las del 25 de mayo, con mucha pompa, ropa hecha para la ocasión y bailes criollos. “También se hacían obras de teatro ya que el cine contaba con camarines y escenario. Había grupos de gira y grupos locales…”; ella participó en uno de estos grupos vocacionales jóvenes en Esquel.
La 25 de Mayo no tenía ningún tipo de pavimento. La gente se desplazaba con muchos caballos y también catangos.
En Esquel, alrededor de las décadas del 20 al 40, se hacían numerosos bailes de colectividades y de clubes, con orquesta o discos “… pero siempre ropa de gala, ropa fina y cuidando todos los detalles. Había una señora que nos hacía la ropa exclusivamente para esos bailes. (…) También se hacían bailes de carnaval y corsos callejeros, sobre la 25 de Mayo, con disfraces, desfiles de carrozas, pomos y serpentinas, premios y venta de palcos a los costados.” Ella ganó premios vestida de gitana. “Después se bailaba en el Armonía. Los bailes también eran de disfraces.”
Alberto Silva dice que Esquel, a diferencia de ahora, hacía grandes bailes de carnaval y desfiles en los corsos. Cuenta que tiene una fotografía con un avión que habían hecho para uno de ellos, y que fuera motivo de un premio. Recuerda “los bailes en La Española y en el Armonía pero yo era chico; del otro lado del arroyo, se cruzaba por un puentecito, se bailaba y venían gaiteros y en las fiestas se remontaban globos (…); en las fechas patrias se colocaban banderas y participaban las colectividades extranjeras…” Menciona que le llama la atención que ahora esta buena costumbre de embanderar se haya perdido. Esquel tendría en esos tiempos entre 4.000 y 5.000 habitantes y no tenía casi vida nocturna.
Otro recurso para combatir el aislamiento era la tan ansiada y exótica comunicación radial: noticieros, radionovelas, música. Celestino Beatove relata que cerca del ’32 instalaron en su casa una radio con una antena de casi 16 metros; esto daba lugar a la reunión de amigos para escuchar los partidos de fútbol los días domingos.
No olvida tampoco él que Esquel tenía mucha actividad social. Cita los bailes de los fines de semana, los carnavales con corso y bailes. En esos días, mucho baile y pocas horas de sueño. Los corsos con carrozas y disfraces iban por la 25 de Mayo, calles de tierra, hasta la 9 de Julio. En la comisión de fiestas de La Española estaba él con Brozzi, Mombelli, Barreto. Una fotografía en el “Esquel, 25º Aniversario”, los recuerda.
Héctor Garzonio también comenta que se hacían muchos bailes, y que se presentaban obras de teatro, muchas de ellas con elencos que llegaban en gira. “Había un gerente de campo de Lahusen y solía hacer exhibiciones de tiro, sacar con un látigo los cigarrillos de la boca, con gran destreza.”
Recuerda cuando ocurrió una muerte por celos en un baile o romería organizada por la Asociación Española en la década del ’30: “…un malevo de armas llevar mató a la Negra Pancha, amiga de hacer favores, cuando bailaba con otro vecino; el hombre, apodado Chino, la baleó frente a todos.” También habla de sus paseos cuando niño y de ciertas aventuras vividas ocasionalmente con bandoleros de la zona. Llegó a conocer a famosos ladrones de la región, como Bustamante, Medina y Patiño.
El “Eco del Futalaufquen” mencionaba, el 15 de setiembre de 1951, una actividad singular: al día siguiente, la Sociedad Rural organizaba la “Cacería del Zorro” y, tras nombrar a quienes se dedicaban a tal evento, decía que “Actuará de Zorro el Dr. Escolástico Vicuña, al que auguramos ruidosos triunfos en el desempeño zorruno…” porque, según el semanario, estaba en condiciones físicas inmejorables para cumplir ese rol.
El turismo iba creciendo y con él la conciencia de ser Esquel y la comarca un futuro centro de atracción. En los primeros años de la década del ’40, tanto el “Esquel” como “El Libre del Sur” dedicaban muchas notas editoriales al tema, e incluían noticias relacionadas con cursos para gastronomía y hotelería, y reclamos para que fueran reparados los caminos de acceso, tanto a las localidades como al Parque Nacional. También promocionaban la pesca deportiva y paseos a la zona de los lagos. Las excursiones en lancha por los Lagos Kruger, Verde y Futalaufquen costaban entre cinco y ocho pesos por persona y duraban entre seis y ocho horas. Estos paseos se hacían con mínimo de siete pasajeros y el servicio, según las promociones, estaba a cargo de Ezequiel Rosales.
Textos del libro “Esquel…del telégrafo al pavimento”, de Jorge Oriola