Artémides Zatti nació en Boretto, en la región de Reggio Emilia (Italia) el 12 de octubre de 1880 y un siglo después comenzó su proceso de santificación que culminará este domingo durante una ceremonia que se desarrollará en la Plaza San Pedro del Vaticano.
Como otras tantas familias Luis Zatti, Albina Vecchi y sus siete hijos emigraron hacia la Argentina donde llegaron el 9 de febrero de 1897, para escapar de las penurias económicas de Europa de fines del Siglo XIX.
Se instalaron en Bahía Blanca y en esa ciudad comenzó la relación de Artémides con la Iglesia Católica y a poco de cumplir 20 años decidió ingresar al seminario de la Congregación Salesiana de Bernal pero no pudo culminar sus estudios sacerdotales por razones de salud.
Su enfermedad lo trajo a Viedma, para recuperarse en las instalaciones religiosas ubicadas en la actual Manzana Histórica, donde compartió vivencias y problemas de salud con Ceferenino Namuncurá.
En ese tiempo el hospital San José tenía como responsable al religioso Evasio Garrone, quien impulsó a Zatti a dedicar su vida a los enfermos luego que se curara de su enfermedad por considerar que hubo una intervención divina de la Virgen María Auxiliadora.
El enfermero se sumó al personal del hospital local, en 1903 quedó a cargo de la farmacia, en 1911 se convirtió en Coadjutor Salesiano (laico consagrado con votos religiosos) y a partir de 1913, tras la muerte de Garrone, amplió su trabajo hospitalario como vicedirector y administrativo del lugar.
En 1914 recibió la ciudadanía argentina y el título de idóneo en Farmacia, extendido por la Universidad de La Plata, en 1915 contó detalles de su enfermedad y lo que consideró su «milagrosa recuperación» en un nota publicada en elperiódico Flores del Campo con el título: «Creí, prometí y sané».
Durante casi medio siglo se desempeñó en el hospital San José, primero en la actual esquina de Álvaro Barros e Irigoyen lugar que fue demolido para la construcción de la sede del Obispado de Viedma, luego en un sector de la conocida como «quinta de los curas» hasta su actual locación en el centro de salud que lleva su nombre.
En 1950 comenzó a padecer un cáncer de pancreas y el 15 de marzo de 1951 falleció a raíz de esa enfermedad tras haber consagrado su vida a los más necesitados.
Zatti tuvo como distintivos inconfundibles su bicicleta con la que recorría la ciudad y su guardapolvo de enfermero.
Su vocación de servicio impulsaron su camino de santificación en 1980 y a partir de este domingo Artémides Joaquín Desiderio María Zatti será nuevo santo de la Iglesia Católica.
Los milagros que se le atribuyen
En la Argentina el milagro que lo declaró beato fue por la recuperación del sacerdote salesiano Carlos Bossio quien sufrió una septicemia múltiple en la década del ’80, tuvo más de un mes internado en el hospital Muñiz de Buenos Aires y después que los médicos le retiraron la medicación porque consideraron que no había más alternativas el religioso se recuperó.
La Iglesia supo que sus compañeros de seminario habían hecho dos novenas a Don Zatti pidiendo su recuperación y se consideró como el primer milagro.
El otro ocurrió en 2016 en Filipinas, donde una persona sufrió un accidente cerebro vascular (ACV) masivo, y los médicos dijeron que no tenía salvación.
El paciente tenía un hermano que también era Coadjutor Salesiano y fue él quien invocó a Zatti para su curación y el hombre sanó sin secuelas y eso se consideró un milagro tras la rigurosa investigación realizada por la Iglesia.